Aplicando un poco de mis conocimientos en las ciencias cuánticas y la simple observación, he podido comprender que gran parte del tiempo no soy más que una víctima más del marketing, y el vacío que éste genera en mi ser, conforme pasa el tiempo.
Si, nada más consigo algo de dinero y empiezo a planear comprarme aquellos sueños "pendientes" que he tenido durante años. A muchos les ha de pasar, quien sabe. Quizás sea el curso natural de la vida, pero creo que de natural ya no tiene nada.
En la semana salió a la venta el tan dichoso -como diría mi abuela- iPod Touch. Con su pantalla táctil, bonito diseño y trescientos dólares de distancia entre su figura y mi bolsillo lo hacen prácticamente inalcanzable. Bueno, por ahora.
Yo ya tengo un iPod. Es un Shuffle de 1GB y en él almaceno la música que más escucho. Generalmente lo utilizo para cuando conduzco, cuando hago ejercicio o cuando tengo un par de minutos libres en el día. Es decir, me cubre mis necesidades más básicas. Ahora, ¿por que rayos querría yo un iPod Touch?
Quizás por querer tener las ultimas novedades en tecnología y así experimentarla, conocerla, tocarla, disfrutarla... "mmm" en fin, algo que suena más a un deleite friki que a un uso real. Pero también simplemente querer "lucirse".
Pero así es como funciona el consumismo que hemos adoptado de nuestros amigos del norte. Aquellos que acostumbran desechar sus autos apenas con 3 años de uso. Pero en fin. La diversidad cultural es algo real, aunque nos duela aceptar partes de ella.
Justo escribiendo esto, tengo abierto mi navegador y en una de las ventanas tengo abierta la página de la Apple Store. Estoy muy indeciso últimamente, especialmente porque estoy por comprarme una nueva computadora, quizás una Apple.
Desde el año pasado ya le traía ganas a una MacbookPro -o "pauerbuk pro" como diría un amigo- y hasta estos meses tuve la oportunidad de tener un poco de dinero extra y por lo menos hacer el intento de comprarme una.
No son muy caras en comparación con una laptop común y corriente, pero su precio digamos, no es muy del agrado de aquel que suele comprar lo más económico.
Estoy viendo dos posibilidades. Apple tiene dos tipos de productos: los nuevos y los reparados. Generalmente los reparados salen entre 300 y 500 dólares más baratos. ¿La diferencia? El empaque. Si optara por un reparado -con tres meses de uso en el peor de los casos o incluso ni un día en el mejor de ellos- me ahorraría 300 dólares en mi computadora pero estaría dejando la oportunidad de presumir que me compré una computadora nueva y por supuesto, de disfrutar el fantástico olor a nuevo que suele impregnar un producto fresco en el lugar donde es colocado, el empaque.
En fin, el dilema como siempre, es el mismo. ¿Le hago caso a mis impulsos consumistas o simplemente me hago de un producto que funcione igual, esté garantizado pero sea más barato?
Yo no sé, pero prefiero no ceder a mis impulsos esta vez y simplemente hacerme de la maquina y utilizar lo de la diferencia para ponerle algunos aditamentos. Sin duda, estaré yendo en contra de la corriente. Pero qué más da, para qué alimentar a esa obscura bestia llamada consumismo.