Llega un momento
en que debemos trazar bajo nosotros
una línea negra
y echar las cuentas.
Instantes en los que pudimos haber sido felices,
instantes en los que pudimos haber sido bellos,
instantes en los que pudimos haber sido geniales.
Nos encontramos con montes, árboles, aguas
(¿qué habrá sido de ellos? ¿Vivirán aún?)
que suman un futuro luminoso
ya pasado.
Una mujer que amamos
y esa misma mujer que no nos amó
suman cero.
Una temporada de estudios es igual
a varios millones de palabras inservibles
cuya sabiduría se ha borrado poco a poco.
Y, por fin, una vez que tuvimos suerte
y otra igual (¿de dónde habrá salido?)
suman dos (anotamos una y la otra la guardamos,
no sea que vaya a haber otra vida).
Marin Sorescu