Revista Espiritualidad
Contactos auténticos Son continuos los intentos, por parte de la Jerarquía espiritual de la Tierra, de establecer contacto directo con los seres humanos, pero el alto grado de densidad de las capas externas del planeta dificulta que éste se produzca de modo cristalino y sin riesgo de equívocos. Por lo tanto, quien aspira a ese contacto, antes que nada tiene que cultivar la fe, entregar su propio nivel de consciencia material al Supremo Ser que habita en su interior, y seguir con determinación y prudencia el camino que eligió.
Los fenómenos no deberían absorber excesivamente su atención; tampoco deberían penetrar en un estado que lo lleve al letargo, lo cual lo vuelve receptivo a las fuerzas que circulan en las esferas psíquicas. Esas fuerzas pueden presentársele en sueños y visiones, disfrazadas de instructores y guías que le transmiten mensajes puramente humanos, subconscientes, desviándolo de su verdadero rumbo.
En realidad, cuando se establece una conexión auténtica con el Supremo Ser interior, una energía ardiente y límpida desciende hasta los niveles personales y humanos, y los eleva. Si la persona que piensa haber realizado esa conexión no se eleva, si no recibe un genuino impulso evolutivo, es porque de hecho ella está polarizada en niveles intermedios, vulnerables a las interferencias.
Quienes son canales de contacto entre las dimensiones superiores y las terrestres despiertan la vida interior en los semejantes. Aunque vivan de manera silenciosa, imperceptible para los demás en el mundo material, realizan ese trabajo benéfico oculta y anónimamente. Cuando alguien trasciende las propias condiciones kármicas y las afinidades personales, y sirve como canal de unión de esas dimensiones, su irradiación es conducida por las Jerarquías espirituales y comienza a actuar positivamente, sobre todo en quienes, en la senda evolutiva, están a punto de superar las limitaciones del mundo material.
Quien aspira a servir como ser-contacto tiene como camino una actitud perenne de gratitud. No debe dejarse invadir por temor alguno, y tampoco aflojar la positiva "tensión" en que vive. Solamente así cruzará las etapas oscuras que le están reservadas en el recorrido evolutivo por la superficie de la Tierra. No será guiado por fenómenos extraordinarios, sino por lo que le llega cuando entra en silencio, en el núcleo de la consciencia más profunda, en aquel santuario interno adonde sólo el Ser Supremo tiene acceso.
Ese aspirante no tiene ningún interés en vivencias ilusorias. A sus contactos internos genuinos, cuando ocurren, los reconoce y los ofrenda al Todo, no los recibe como un motivo de deleite. Sabe que los deleites son una satisfacción pasajera, que se van con la misma facilidad con que llegan, y por lo tanto no los tiene como meta. El camino para el contacto interno se recorre con simplicidad. Las desarmonías en nivel psicológico se clarifican sin tratar con ellas. No hay misterios ni complicaciones cuando el ser se olvida de sí. Desde que despierta hasta que se duerme, desde que se duerme hasta que despierta, él avanza y crece, como una pequeña planta a la luz del Sol: nada desea para sí, nada pide; sólo glorifica. Así se desarrolla, así se eleva y así se manifiesta aquello para lo que fue designado desde el inicio de la creación. TRIGUEIRINHO