Revista Cultura y Ocio
Alberto Contador me cae fenomenal. Y lo digo hoy, cuando el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) acaba de condenar al ciclista español por consumo de clembuterol durante el Tour de Francia 2010. No sólo 'pierde' este triunfo en Francia, sino que no podrá volver a competir hasta el próximo 5 de agosto. No podrá acudir ni a los Juegos Olímpicos, ni al Tour de 2012. Increíblemente el tribunal le impone la pena máxima aunque admite que no hay pruebas de que se hubiera dopado. El siempre defendió su inocencia y achacó el clembuterol hallado en su sangre a un filete procedente de Irún. Yo le creo. La sustancia se detectó en tan mínima cantidad que en ningún caso podría ser significativa para variar su rendimiento deportivo.
Recuerdo perfectamente cuando tras ganara el tour de Francia en el 2009, en los Campos Elíseos sonó el himno de Dinamarca. Su sonrisa, algo desconcertada, nos hizo amarle como a un niño huérfano. En Milán le sucedió algo similar: tras su segunda victoria en el Giro cuando se disponía a escuchar el himno, descubrió con asombro que tenía letra. Era el himno del dictadura franquista.
Es un hombre solidario dentro y fuera de la competición. Ha colaborado con la Asociación Massivegood, que recauda donativos particulares de pequeña cuantía, aportados cuando compras un billete de avión o reservas un hotel, con el fin de promover la salud en el tercer mundo, especialmente la lucha contra la malaria, la tuberculosis y la salud materno infantil.¡Casi nada! También se ha volcado en campañas para sensibilizar y dar a conocer al público el ictus cerebral. Enfermedad que el padeció en el 2002 y superó. Volvió a nacer.
Y hasta tiene una fundación propia en la que recoge bicicletas, las pone a punto y las envía al tercer mundo para favorecer la movilidad. Allí una bicicleta puede significar una gran diferencia. Lo que aquí es solo un objeto de ocio o deporte,allí es un medio de transporte básico, la única manera de trasladarse a la escuela, al hospital, a la fuente de agua más cercana. ¿Vosotros creéis que alguien así se doparía? ¿Alguien que resucitó a la vida tras un ictus actuaría temerariamente con su salud? ¿Es todo en él una farsa? Yo no lo puedo creer. Ya lo dije: me cae fenomenal.
Y yo hago, como la cantante Mia, que en el intermedio de ayer de la superbowl no dudó en mostrar el puño con el dedo medio levantado: para entendernos, una peineta para el tribunal que condena a Contador.