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por Cr. Julio Panceri
El uso del petróleo como principal fuente de energía (no renovable) y como herramienta de poder, la crisis ambiental, el agotamiento...
de los recursos por degradación y los desequilibrios socio económicos entre países, están obligando a desarrollar una nueva política energética a nivel mundial.
Como muestra podemos observar las consecuencias de los problemas políticos en Oriente Medio y el norte de África. Los problemas en Egipto, Túnez, Bahrein, Libia y la amenaza de revueltas sociales en Argelia, nos permiten observar que más allá de los problemas internos de desarrollo y concentración de recursos que tienen estos países, están las consecuencias que acarrean para el resto del planeta, ya que algunos de estos países son grandes productores de petróleo o están ubicados estratégicamente, tal es el caso de Egipto.
El efecto de estos problemas socio-políticos ha dejado como saldo que el precio del petróleo WTI (Golfo de México) llegó a los U$S 102 en tanto que el BREN (Mar del Norte) trepó a los U$S 120, agregando que la canasta de crudo de la OPEP se situó en los U$S 110 el barril, canasta compuesta por crudo de Argelia, Angola, Japón, Ecuador, Irán, Irak, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, Estados Unidos y Venezuela. Como referencia podemos decir que Libia tiene la octava mayor reserva mundial de petróleo (47.000 millones de barriles), produce 1,79 millones de barriles diarios y su producción alcanza al 2% de la producción mundial. Dato que apunta la importancia del problema es la declaración de Arabia Saudita en la cual manifiesta su intención de convertirse en garante ante la fragilidad política en la región y aumentar su producción de crudo para compensar la caída de extracción de Libia y no provocar una suba de precios que comprometa el manejo de la economía mundial.
La volatilidad de los precios de los hidrocarburos muchas veces no solo obedece a una lucha de oferta y demanda, sino a factores de presión geopolítica y de posicionamiento dentro del mercado, basado esto en las ventajas comparativas que obtiene quien posee el recurso (en mayor o menor cuantía) contra quien no lo tiene y lo necesita.
La lucha de precios y sus constantes modificaciones tienen incidencia directa sobre la balanza comercial de quienes importan el recurso energético, con el consecuente traslado de esa incidencia negativa a los precios de su economía interna derivados del aumento de los costos de los productos y servicios (que necesitan de energía para su realización).
INCIDENCIA. Para nuestro país estos problemas en Medio Oriente y África tienen una incidencia relativa ya que el precio del crudo para el mercado interno está acordado y los aumentos de los combustibles en el año 2010 han obedecido a problemas de inflación y estructuración de costos. Pero la dificultad será de suma importancia si la Argentina necesita cada vez más de la importación de combustibles, es aquí donde los precios a pagar serán los del mercado internacional (está previsto para este año importar alrededor de 3,5 millones de metros cúbicos de gas oil, como también gas desde Bolivia) y nuestra balanza energética comienza a ser negativa.
El sistema económico mundial y nuestro modelo de vida como hoy lo conocemos depende totalmente del petróleo, que ha sido el tipo de energía más barata y de mayor rendimiento que la humanidad ha tenido.
Vemos que actualmente consumimos 10 calorías de energía provenientes de productos fósiles por cada caloría alimentaria que nuestro cuerpo produce. Este déficit energético solo lo podemos mantener utilizando los depósitos de petróleo acumulados durante millones de años. Pero la pregunta es ¿qué pasará cuando no lo tengamos o comience a ser un bien muy escaso o su utilización termine por destruir el medio ambiente?
La extracción del petróleo cada día es más cara ya que los pozos petroleros en superficie se están agotando y los que quedan por extraer se encuentran en plataformas submarinas profundas. Cada vez se descubren menos pozos y la 4/5 partes del petróleo consumido actualmente son de pozos descubiertos antes de la década de 1970. Hoy consumimos tres veces más cantidad de petróleo de que se descubre.
Esto indica que ha llegado el momento de prepararnos para evitar un mundo con generalización de hambrunas y transformar nuestro sistema productivo y alimentario por otro no tan dependiente del petróleo.
El agotamiento del petróleo en sí no es una crisis. Lo es, si el crecimiento de la economía mundial va pegada a su existencia y no podemos encontrar alternativas de sustitución para este producto energético. Las alternativas existen, es hora de comenzar a pensar e invertir en nuevas fuentes generadoras de energías renovables y no contaminantes ya que el único legado que podemos dejar a las generaciones futuras es un planeta limpio de contaminación, hambre y exclusión.
Fuente: eldiariodeparana.com.ar