Revista Música
Hoy, como siempre, volvemos a realizar una reseña de una absoluta primicia literario-musical. Se trata del libro homónimo de Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965), en la Editorial Galaxia Gutenberg. Calificado por Gustavo Dudamel como "una conmovedora y rigurosa crónica de la música actual, fundamental para conocer el sistema de orquestas venezolano, donde me crié" (no en vano le dedica el final del libro, desde la página 335 a la 383).
Por él desfilan muchos de los hitos vivientes de la música clásica española y universal, desde los directores (Karajan, Argenta, Harnoncourt...) a los intérpretes de cuerda (Mutter, Rostropóvich y Maisky) pasando por los pianitas ("un vicio" personal, reconoce :) como Brendel, Pollini, Zimerman, Sokolov o Pires) por haber tenido el privilegio de entrevistar a muchos de ellos él mismo, por ello nos encontramos con muchos testimonios "de primera mano", las palabras de los mismos entrecomilladas, entresacadas de sus propias entrevistas.
Comienza el libro, franco, directo, coloquial y ameno, con un interesante storytelling del propio escritor, explicando de donde nace su faceta de intermediario entre el músico y el lector, de bisagra de transmisión, ese "acercar la música", pero sin pedantería, ni pomposidad, sin distancia, seduciendo.
En las páginas iniciales confiesa lo difícil si no imposible que es hablar de música y nos narra con gracia y estilo su particular periplo y peripecias músico-vitales. Me hizo gracia lo inusual de su "camaradería" en su visión de los compositores del pasado, como cuando califica a Chopin de "en materia de donjuanismo, el polaco no era mal pájaro y tenía fama de ligón". :)
Fundamentales y muy serias, sus aportaciones sobre Pierre Boulez, que buscaba una "mezcla infinita de colores" y Philip Glass en tandem con Walt Disney, interesantísimo capítulo. Y de lección para pianistas sobre la inevitabilidad de cometer errores en el escenario (pág. 85).
En el capítulo de los intérpretes, excelente su resumen sobre los orígenes de la interpretación filológicamente fundamentada, con Harnoncourt (pág. 106) y su "objetivización" de la música. No falta el piano oriental, tanto como objeto, como instrumento (pág. 187), como sus principales y más famosos representantes. Muy ilustrativo el relato del trabajador hasta límites extremos Zimerman, o Sokolov, del cual hace todo un retrato de su carácter, o de Pires y sus aspiraciones elevadas para el universo entero.
Ya en terreno español, (pág. 253), es muy destacable su narración de la generación de pianistas en torno a la treintena de edad, esos que encontraron una nación con un nivel educativo musical más alto, muchos auditorios y un auge en la programación (ahora hay mucho cemento dedicado a la música pero sin tanta música como sería mínimamente recomendable, en aras de no perder las posiciones logradas hasta hace poco, pues después de la creación de esta generación exitosa no se debería permitir retroceder tanto; dicho en números, si teníamos 50x en música, nos han quitado en los últimos años 10 ó 20x y nos vuelven a dar uno, contado eso sí, mil veces, de manera que parezca que se vuelve a la situación inicial, cuando en realidad seguimos atrás, debido a la gran lesión realizada recientemente).
Como él les llama "purasangres supervivientes". Subieron a la ola de la España in crescendo en el momento adecuado. Una nueva generación hiperconectada, que pone su esperanza en las nuevas tecnologías. A Javier Perianes le dedica un capítulo y lo remarca como una especie de icono, dedicándole también curiosos adjetivos "muy espabilado", "atípico en su normalidad", "con ese desparpajo flamenco"... Una estampa muy humana y reveladora.
Hay un capítulo completo también para Rosa Torres Pardo y sus opiniones, entre otras, sobre la escuela pianística española: "Existe pues en este país una nueva generación de pianistas de primera clase que lleva en su ADN -si se puede decir así- toda esta información, Javier Perianes, Judith Jáuregui, Iván Martín, Miguel Baselga" (pág. 288).
En suma, un libro muy recomendable por lo variado, documentado y hasta divertido. Una panorámica a muchas figuras importantes del siglo XX musical con una incursión en lo que llevamos de XXI. Recomendado para todos!
Por él desfilan muchos de los hitos vivientes de la música clásica española y universal, desde los directores (Karajan, Argenta, Harnoncourt...) a los intérpretes de cuerda (Mutter, Rostropóvich y Maisky) pasando por los pianitas ("un vicio" personal, reconoce :) como Brendel, Pollini, Zimerman, Sokolov o Pires) por haber tenido el privilegio de entrevistar a muchos de ellos él mismo, por ello nos encontramos con muchos testimonios "de primera mano", las palabras de los mismos entrecomilladas, entresacadas de sus propias entrevistas.
Comienza el libro, franco, directo, coloquial y ameno, con un interesante storytelling del propio escritor, explicando de donde nace su faceta de intermediario entre el músico y el lector, de bisagra de transmisión, ese "acercar la música", pero sin pedantería, ni pomposidad, sin distancia, seduciendo.
En las páginas iniciales confiesa lo difícil si no imposible que es hablar de música y nos narra con gracia y estilo su particular periplo y peripecias músico-vitales. Me hizo gracia lo inusual de su "camaradería" en su visión de los compositores del pasado, como cuando califica a Chopin de "en materia de donjuanismo, el polaco no era mal pájaro y tenía fama de ligón". :)
Fundamentales y muy serias, sus aportaciones sobre Pierre Boulez, que buscaba una "mezcla infinita de colores" y Philip Glass en tandem con Walt Disney, interesantísimo capítulo. Y de lección para pianistas sobre la inevitabilidad de cometer errores en el escenario (pág. 85).
En el capítulo de los intérpretes, excelente su resumen sobre los orígenes de la interpretación filológicamente fundamentada, con Harnoncourt (pág. 106) y su "objetivización" de la música. No falta el piano oriental, tanto como objeto, como instrumento (pág. 187), como sus principales y más famosos representantes. Muy ilustrativo el relato del trabajador hasta límites extremos Zimerman, o Sokolov, del cual hace todo un retrato de su carácter, o de Pires y sus aspiraciones elevadas para el universo entero.
Ya en terreno español, (pág. 253), es muy destacable su narración de la generación de pianistas en torno a la treintena de edad, esos que encontraron una nación con un nivel educativo musical más alto, muchos auditorios y un auge en la programación (ahora hay mucho cemento dedicado a la música pero sin tanta música como sería mínimamente recomendable, en aras de no perder las posiciones logradas hasta hace poco, pues después de la creación de esta generación exitosa no se debería permitir retroceder tanto; dicho en números, si teníamos 50x en música, nos han quitado en los últimos años 10 ó 20x y nos vuelven a dar uno, contado eso sí, mil veces, de manera que parezca que se vuelve a la situación inicial, cuando en realidad seguimos atrás, debido a la gran lesión realizada recientemente).
Como él les llama "purasangres supervivientes". Subieron a la ola de la España in crescendo en el momento adecuado. Una nueva generación hiperconectada, que pone su esperanza en las nuevas tecnologías. A Javier Perianes le dedica un capítulo y lo remarca como una especie de icono, dedicándole también curiosos adjetivos "muy espabilado", "atípico en su normalidad", "con ese desparpajo flamenco"... Una estampa muy humana y reveladora.
Hay un capítulo completo también para Rosa Torres Pardo y sus opiniones, entre otras, sobre la escuela pianística española: "Existe pues en este país una nueva generación de pianistas de primera clase que lleva en su ADN -si se puede decir así- toda esta información, Javier Perianes, Judith Jáuregui, Iván Martín, Miguel Baselga" (pág. 288).
En suma, un libro muy recomendable por lo variado, documentado y hasta divertido. Una panorámica a muchas figuras importantes del siglo XX musical con una incursión en lo que llevamos de XXI. Recomendado para todos!
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