Me empleo en una práctica revolucionaria de las conductas mentales, esto es, de la transformación radical, y a ser posible efectiva, de las disposiciones mentales sometidas a la dictadura de la igualación tal y como ésta se produce a través de la colonización de las energías humanas emancipadoras: el inconsciente, el juego, la pereza, la contemplación, el amor, la imaginación, la inutilidad y el callejeo, entre otras. Esta colonización tiene nombre propio: imperialismo mental. Contra él me rebelo violentamente, contribuyendo a su abolición por medio de lo que me considero más capaz de hacer (...).Eugenio Castro, 2013