Contra el viento del norte; Daniel Glattaeur.
Alfaguara.
En la vida diaria ¿hay lugar más seguro para los deseos secretos que el mundo virtual? Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Parece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. ¿Sobrevivirían las emociones enviadas, recibidas y guardadas un encuentro «real»?
Contra el viento del norte es, en dos palabras: una delicia. Al abrir sus páginas me he encontrado con frases llenas de ironía, sarcasmo, melancolía, cariño y ternura. Y, por supuesto, amor, mucho amor. En sus apenas 260 páginas ha conseguido arrancarme más de un suspiro, y es que no sé vosotros, pero en mi caso puedo afirmar que se ha convertido en uno de esos libros imprescindibles que no dudaría en recomendar.
Pero empecemos por el principio: tenemos a Emmi, una ¿joven/chica/mujer? No se sabe. En realidad, no se sabe nada de ella más allá de lo que deja entrever a través de los correos que, a raíz de una equivocación al escribir una dirección de e-mail, envía a un tal Leo, tan desconocido para nosotros como ella. Movidos por la curiosidad hacia aquel que está al otro lado de la pantalla, comienzan a enviarse una larga lista de mensajes en los que las formalidades del principio pronto quedarán apartadas para dar paso a palabras más íntimas, plagadas de sentimientos, que logran construir entre ambos un alto muro de confianza que los aleja del mundo exterior, creando así uno propio: el mundo de Emmi y Leo.
Partiendo de una base sencilla y en un género tan poco común hoy en día como lo es el epistolar, nos encontramos en Contra el viento del norte una lectura adictiva. Al querer saber como acabará la relación entre ambos se suma la curiosidad por sus personajes, lo que da lugar a un no parar en su lectura. Casi lamenté tener que hacer alguna pausa del libro.
Con una trama no demasiado intrincada pero igualmente interesante, Daniel Glattauer sabe como enganchar al lector con su pluma bipolar, esa que a veces es Emmi y a veces Leo. Irónica ella, sensible él.
Lenguaje cuidado, frases memorables y dignas de recordar, y comentarios que a más de uno harán sonreír, son sus mejores armas que, cabe decir, sabe perfectamente manejar.
Gracias a ellas he sido Emmi en muchos momentos, y deseado a Leo y sus e-mails plagados de sentimientos en otros. He querido leer ese mensaje que ambos deseaban y luchar contra el viento del norte junto a ellos.
He querido vivir su historia, y es que el autor ha logrado que me emocione con esta novela como hacía tiempo que ninguna lo conseguía. Y, sobre todo, con el final, ese final que dejará a más de uno con la boca abierta y suplicando su segunda parte, Cada siete olas, ya.
En resumen, una lectura altamente recomendable para todos aquellos que crean que el amor no entiende de barreras, que la apariencia no es lo único que importa, y que a veces no hacen falta más que palabras para enamorar.
Según Niicky se merece...