Revista Arquitectura

Contrapuntos en casa curutchet

Por Marcelogardinetti @marcegardinetti

CURUTCHET

CONTRASTE COMO ELEMENTO DE RATIFICACION

Por Marcelo Gardinetti

 “la clave de la emoción estética es una función característica del espacio”

La búsqueda de un vocabulario formal en Le Corbusier siempre estuvo vinculada a su gusto por la geometría y referenciada a la mecanización del mundo industrial. Desde los primeros números de L’Espirit Nouveau y más firmemente en Vers une Architecture, Le Corbusier hace alusión a formas de carácter universal que percibía en los edificios de la antigüedad, que aplicó con rigor matemático en su arquitectura.

Sin embargo, la emoción de la que Le Corbusier habla en el párrafo introductorio, se gesta en la incorporación de contrapuntos formales subyacentes que hábilmente incorpora en sus proyectos, dialécticas entre elementos disímiles, a veces opuestos, casi siempre complementarios, que enriquecen la percepción sensorial de su arquitectura.

Sin escapar en absoluto de estas consideraciones, la Casa Curutchet es un compendio de contrapuntos formales y espaciales que le dan a su arquitectura una cualidad de “emoción estética” destacable en su producción de viviendas domésticas.

En este aspecto, una de las mayores virtudes de la casa es que nunca se nos revela por completo. Su arquitectura se manifiesta gradualmente, se descubre en su recorrido, va modelando secuencias espaciales que mudan de carácter a cada paso. Es a partir del recorrido, en la modelación espacial/formal, donde se aprecian estos contrapuntos.

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El primer dialogo sugestivo entre elementos complementarios se manifiesta en la elevación de calle. La composición de la fachada tiene en el plano del Brise Soleil un elemento dominante, que a partir de su trama regular provoca una dispersión visual que genera el aplanamiento de la visión en perspectiva. Esa dispersión visual de la cuadrícula es antagónica a la generada por volumen del pórtico de acceso, un elemento vertical en forma de marco cuyos ángulos biselados acentúan la visión de perspectiva focal clásica, que acentúa el contraste en el color gris de sus caras en oposición con la blancura inmaterial de la casa.

En términos compositivos, el pórtico es el contrapeso de una fachada descompensada por la aparición del baldaquino de la terraza superior, por encima de la grilla del plano del brise soleil.

En otra interesante articulación de contrapuestos, es destacable observar como la densidad de sombras que genera el baldaquino sobre la medianera de la casa, las que producen el brise soleil sobre la fachada de los consultorios y la penumbra ocasionada por el volumen del consultorio en la planta baja, es contrastada por el ingreso de luz que ilumina la fachada de la vivienda por detrás del baldaquino. Esta secuencia de luces y sombras, de oscurecer los planos cercanos e iluminar planos traseros para acercarlos al espectador, es un efecto de compresión pictórica que Le Corbusier utilizó habitualmente en sus cuadros puristas, y que en la casa transforma en una dialéctica entre imagen dibujada e imagen moldeada, superando la dicotomía entre dibujo y arquitectura.

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En este sentido, parte del juego compositivo surge de contraponer la estratificación horizontal de la estructura Dom-Ino con la superposición de planos verticales plasmadas en la pinturas puristas, una superposición de cuadriculas y capas independientes que se recomponen pictóricamente y se extienden en la profundidad de la casa.

Estructuralmente, la casa se concibe como una grilla tridimensional compuesta por planos horizontales y pilotis verticales. Como complemento a esta rígida concepción de la estructura el diseño incorpora el elemento infrecuente: el árbol, que ratifica por oposición el ritmo geométrico vertical de los pilotis, y el diseño plástico de los servicios del segundo nivel, que destacan el rigor matemático de la trama estructural.

Si ponemos especial interés en observar las complejas relaciones espaciales en sentido vertical y en sentido horizontal, no queda más que magnificar la dinámica conceptual que Le Corbusier utiliza para “moldear” la Casa, la manera de hacer de la obra una experiencia plástica construida. De discrepar con su propio vocabulario de construcciones planas de los primeros años de su carrera, para legarnos una obra que siempre nos permite una nueva instancia para redescubrirla.

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(1)  L’Espace Indicible, 1946 ©FLC

 

Fotografías: ©Marcelo Gardinetti

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Publicado en TECNNE ©Marcelo Gardinetti

Septiembre de 2012.

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