El pasado 24 de enero 2021, fue publicada en Internet una carta firmada por varios sacerdotes, laicos prominentes contrarrevolucionarios financiados por agencias de inteligencia de Estados Unidos y algunos emigrados que, mediante un seudo lenguaje católico, llaman a la insurgencia del pueblo cubano contra el gobierno, algo que ni es casual y menos por iniciativa propia, porque en sus conceptos se percibe la mano yanqui.
Desde hace meses varios sacerdotes cubanos se lanzaron a incitar a los feligreses desde el púlpito de sus iglesias, con amplio apoyo mediático desde Miami, coincidiendo con la escalada subversiva desarrollada por Estados Unidos, con su vieja ilusión de desmontar el sistema socialista.
Aprovechándose de la actual situación económica que afecta al pueblo cubano, por el recrudecimiento de la guerra económica, comercial y financiera de Estados Unidos, con las 242 sanciones impuestas por el presidente Donald Trump en medio de la compleja situación que provoca la pandemia de la Covid 19, surge la mencionada carta contra la Revolución, la que entre sus reclamos plantea:
“Mejores marcos legalespara que los abogados puedan trabajar con independencia del control del Estado, se elimine la impunidad del sector de la sociedad afín al gobierno y se proteja las iniciativas políticamente diversas y pacíficas”.
Ese pedido estampa el carácter contrarrevolucionario de toda la misiva, que no es religioso y si bien politizado, coincidente con las posiciones asumidas por Washington desde 1959.
En una abierta exhortación a la sublevación “invitan” a los cubanosa vivir la verdad en cada decisión de la vida cotidiana y agregan:
“No colaborar con lo que no creo, no participar de la violencia, los actos de repudio, la delación del hermano. ¿Por qué desfilar cuando no comparto las razones del desfile? ¿Por qué asentir en una reunión cuando no estoy de acuerdo? ¿Por qué callar cuando dentro de mí sé que no están diciendo la verdad? ¿Por qué aplaudir si estoy en desacuerdo? ¿Por qué escuchar a mis miedos y no a mi razón? Vivir en la verdad tiene un precio a veces alto, pero nos hace libres interiormente, más allá de toda coerción externa”.
No hacen falta muchos argumentos para darse cuenta de lo que buscan con su misiva contrarrevolucionaria. Por eso entre sus firmantes aparecen José Daniel Ferrer y Dagoberto Valdés, ambos connotados agentes al servicio de Estados Unidos.
Llegan a manipular a José Martí al copiar uno de sus pensamientos, como:
“Deseo una República donde se rinda culto a la dignidad plena de todo hombre y mujer, independientemente de sus pensamientos, de sus posturas e incluso de sus pecados personales”.
¿A quién pretenden engañar con eso?
Fue precisamente la Revolución de 1959 quien dio la plena dignidad a los hombres y mujeres de Cuba, al eliminar el analfabetismo, el desempleo, dio oportunidades por igualdad de sexo y razas a todos, llevó la medicina, la educación, la cultura y el deporte a las montañas, entre muchas oportunidades, algo impensable en otras épocas.
Estos “religiosos” debería estudiarse el censo que hicieron organizaciones católicas cubanas antes de 1959, para que conocieran la realidad imperante en la Isla y las transformaciones hechas por la Revolución.
Otros de sus planteamientos con carácter subversivos son:
“Somos un gigante dormido que puede hacer que Cuba cambie, basta despertar”. “Emprendamos el camino, dejemos de escuchar nuestros miedos, creamos en nuestra fuerza como pueblo”. “Es importante que nos convenzamos de que sí podemos hacer algo y de que por humilde que parezca, nuestro aporte es poderoso”.
“Es un importantísimo camino de empoderamiento y de recuperación de la autoestima social. Es importante que lleguemos a sentirnos más fuertes, que nos convenzamos de que podemos actuar y vivir sin dejarnos paralizar por el miedo”.
“Si bien el Movimiento San Isidro marcó un antes y un después en el medio cultural, parece ser que, dentro de la Iglesia cubana, laicos y ordenados jóvenes están tomando relevo de las viejas generaciones”.
Está claro, incitan a asumir posiciones activas contra el sistema socialista, lo que demuestra cuales son las verdaderas intenciones de esa proclama contrarrevolucionaria, bien alejada de la religión como quieren aparentar y para ello traen a colación el reciente mensaje navideño de los Obispos Católicos de Cuba, el que en la misma línea ideológica expresó:
“Que no tengamos que esperar a que nos den desde arriba lo que debemos y podemos construir nosotros mismos desde abajo”.
Como parte de un interés por subvertir y movilizar fuerzas para su aspiración contrarrevolucionaria, los firmantes dicen:
“La liberación no es obra solo de Dios, o de Moisés; es obra también de un pueblo que se une en torno a la fe y al ansia de libertad. El pueblo tiene que implicarse, ponerse en camino y aprender a vivir en libertad, a través de un inmenso desierto que le supone numerosas renuncias, la tentación de preferir ciertas comodidades a la libertad, pensar que el esfuerzo ha sido inútil y de que nunca alcanzarán el futuro que tanto ansían”.
Bien explícito está el interés a la movilización activa contra la Revolución, y no hay que ser un sabio para darse cuenta de lo que persiguen tras el escudo de la cruz y las sotanas, lo que se plasma en otros de sus llamados:
“Hay un sector afín a la ideología oficial que sustenta el Estado, y también hay numerosos sectores en la sociedad civil con otras orientaciones ideológicas que, aunque no son reconocidas oficialmente, están presentes, algunas de ellas con organización, y ejercen un influjo real en la sociedad”.
Simplemente desean que el Estado reconozca a la contrarrevolución, algo que los yanquis insisten desde hace décadas, como si el pueblo que tanto luchó por su proceso, se lo fuese a permitir.
De la criminal y despiadada guerra económica ni una sola palabra, del millar de acciones terroristas ejecutadas por la CIA, incluidos los asesinatos de maestros voluntarios, alfabetizadores y bombardeos a campos y ciudades, nada. De los horrores que ha sufrido el pueblo por la introducción de enfermedades y plagas, silencio total, porque sus amos yanquis no aceptan que se le recuerde al pueblo de Cuba sus crímenes.
Sin embargo, en sus palabrerías para confundir la mente de los más jóvenes que no vivieron otros momentos, señalan con cinismo:
“El sistema económico, político y social que define los destinos de Cuba desde 1959, ha sido incapaz de evolucionar. Han sido muchas las propuestas para reactivarlo, una especie de cadena interminable de promesas incumplidas de “ahora sí”. Ya los obispos cubanos alertaban en la carta pastoral del año 1993: “Más que medidas coyunturales de emergencia, se hace imprescindible un proyecto económico de contornos definidos, capaz de inspirar y movilizar las energías de todo el pueblo”.
Parece que la enajenación no les permite tener presente lo que dice la CIA en sus documentos oficiales:
“La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen”.
“El principal objetivo de los programas encubiertos contra Castro es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre…Estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de Guerra Económica”.
A engañar y confundir a otros. Sepa este grupito de contrarrevolucionarios que enfangan las sotanas al servicio de Estados Unidos, que no ganarán espacio en Cuba, y como dijo José Martí:
“En la verdad hay que entrar con la camisa al codo”
Por Arthur González