Revista Economía

Contrastes.

Publicado el 14 agosto 2019 por Torrens

Hasta poco más de 30 años atrás, en los años 70 y 80, antes de que en 1986 España fuese miembro de la U.E siempre que uno pasaba en coche de España a Francia le chocaba la enorme diferencia, el contraste entre Francia y la entonces subdesarrollada España.

El contraste se centraba sobre todo en el estado de la carretera, pero incluía otros aspectos, señalización, seguridad, planificación urbana etc., e incluía un grave inconveniente: todo era mucho más caro que en España.

Hace años que mi hijo alquila una vivienda en la Cerdaña para que mis nietos esquíen, cosa en que alguno de mis nietos ha alcanzado un nivel más que considerable. Hasta hace unos 5 años alquilaba un apartamento en los alrededores de Puigcerdà en la Cerdaña española, pero desde entonces alquila una casa en el lado francés, en Font Romeu, porque en esa zona están las mejores pistas de esquí de la Cerdaña y por el precio, y desde entonces cada vez que voy a pasar unos días con ellos, como hice hasta el lunes 12, me llevo un considerable cabreo, porque aunque muy aminorado el contraste persiste, pero el inconveniente no solo persiste sino que se ha invertido, hoy todo, repito: todo, es mucho más caro en el lado español que en el francés.

En primer lugar, mi hijo paga por el alquiler de una casa con acabados de calidad, garaje, y espacio más que suficiente para toda la familia, una cifra parecida a lo que pagaría por un apartamento en la Cerdaña española. Como que él paga el agua y la electricidad tenemos varias pruebas al año de que el agua es más barata en Francia y la electricidad es mucho más cara en España. En los supermercados los precios son similares, pero a cambio de productos de superior calidad en Francia, en especial en lo que a productos alimenticios se refiere, en los que los franceses tienen una calidad, sistemas de preservación y presentación mucho mejor que en los supers españoles.

Pero el contraste no acaba en los precios, la Cerdaña es una región de frondosos bosques, que en el lado francés están cuidados, limpios y desarrollados con algún árbol con un tronco de ancho considerable, y en contraste los bosques de la Cerdaña española solo pueden calificarse de miserables. En el lado francés el esquiador o simple turista despistado que no sabe donde va dispone de excelente señalización y frecuentes oficinas de servicio que informan sobre los parajes. En el lado español la señalización es a la española, es decir escasa y mal ubicada, y por cada oficina española de información turística en el lado francés hay al menos cinco, y podría continuar con un montón de temas más, como tasas e impuestos locales, limpieza, etc.

En resumen, cada vez que paso unos días con ellos, al regresar tengo la sensación que dejo un país serio y bien gestionado y vuelvo al país de la pandereta.


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