¿Qué es el estrés?
Desde el momento que nacemos sufrimos estrés, ya que debemos afrontar un gran cambio cuando nuestros pulmones comienzan a respirar y tenemos que adaptarnos a un nuevo medio en el que vivir. El término estrés, que tan mala fama tiene, nos acompaña desde el principio de la humanidad como método de defensa con tal de asegurar nuestra supervivencia. Habitualmente, se produce como respuesta a un estímulo exterior y conlleva un rápido proceso de cambio biológico y psicológico que se traduce en cambios físicos. Esta repuesta, nos permite llevar a cabo de forma rápida y exitosa una acción, como por ejemplo y volviendo al tiempo de las cavernas, correr de forma más eficiente para escapar de algún depredador.
Como podrán imaginar, el estrés no afecta únicamente al ser humano, sino que afecta en diferente grado a todo ser vivo. Hoy en día podemos encontrar profesionales especializados en tratar este tipo de dolencia en seres humanos, plantas o animales.
El estrés en el ser humano
Gracias al avance tecnológico, la calidad de vida ha cambiado mucho a lo largo de los siglos. Si bien antes sufríamos estrés por sentirnos en peligro, la raza humana sigue sintiendo estrés por otras causas como pueden ser la acumulación de trabajo, horarios solapados o falta de tiempo para cuidar de nuestra propia salud y la de nuestros familiares.
El estrés es una percepción personal, que nos hace sentir en una posición de inferioridad y nos hace creer que no podemos afrontar los retos del día a día.
Hay muchos tipos de personalidad, unas personas se estresan en largos periodos de inactividad y otras personas cuando las actividades ocupan una gran parte de su tiempo. En ambos casos los individuos se sienten asfixiados y en consecuencia deben realizar un trabajo personal para saber cuál es su punto de inflexión.
Técnicas para evitar el estrés
Existen técnicas que nos ayudan, (tanto en el ámbito laboral como personal) a seleccionar las tareas que debemos realizar primero y las que podemos posponer. Este sistema permite a nuestro cerebro descansar, ya que no debe tener presente todas las tareas pendientes en todo momento, y nos permite asegurarnos de no dejar “nada en el tintero”. La planificación, nos permite hacer las tareas en un tiempo establecido de forma relajada y eficiente.
Planificación de tareas
Para llevar cabo una clasificación que nos permita afrontar todos nuestros retos de forma plausible y eficiente, deberemos realizar una lista de todas las tareas asignando una prioridad, aplicando el siguiente criterio:
URGENTE NO URGENTE
IMPORTANTE Situaciones inesperadas, crisis, problemas urgentes o problemas con fechas que vencen en breve
Situaciones inesperadas, crisis, problemas urgentes o problemas con fechas que vencen.
NO IMPORTANTE Llamadas telefónicas, revisión de correo electrónico, interrupciones, informes, reuniones, cuestiones inmediatas urgentes. Llamadas telefónicas, actividades agradables, trivialidades, distracciones no productivas, pérdida de tiempo, redes sociales y mensajes en dispositivos electrónicos.
Importante y urgente: Situaciones que requieren nuestra acción inmediata y no pueden esperar. Habitualmente las llamamos crisis o problemas. Este cuadrante, muy necesario, hay que vigilarlo de cerca e intentar planificarlo al máximo, ya que, si nos acostumbramos a postergar nuestras tareas, los temas se irán convirtiendo en urgentes. Tareas a realizar en primer lugar.
Urgente pero no importante: Es fácil confundir este tipo de tareas y asociarlas al cuadrante urgente/importante. Deberemos tener en cuenta que las cuestiones a resolver de forma urgente, no siempre tienen una importancia de peso para nosotros, sino que en muchas ocasiones responden a la urgencia de terceras personas y nos pueden “contagiar” su prioridad y no la que realmente tiene para nosotros. Es importante evaluar de forma objetiva a la hora de priorizar. Tareas a realizar en segundo lugar.
No urgente pero importante: Es el cuadrante más importante de todos y debe ser la base de la planificación de nuestras tareas, para que nuestro tiempo sea invertido de forma eficiente. Al catalogar el trabajo en este cuadrante, deberemos reducir las tareas del cuadrante “importante y urgente”, evitando así las crisis y permitiéndonos trabajar de forma más ordenada, sin prisas y sin sufrir estrés. Es el indicador de la efectividad, consecuentemente, cuantas más actividades logremos incluir en este cuadrante, más eficientes seremos. Tareas a realizar en tercer lugar.
No urgente y no importante: Podemos clasificar en este cuadrante los cometidos que seguramente acabaremos descartando después de evaluarlos, o sea, los que nos roban el tiempo y de los cuales es mejor prescindir. Darle importancia a este cuadrante, en muchos casos nos conduce irremediablemente a una postura irresponsable. Tareas a descartar o realizar en último lugar.
Otra cuestión vital a la hora de organizar nuestras tareas es la gestión del tiempo, cómo controlarlo y qué cantidad deberemos emplear en cada una de las tareas. De este tema os hablaremos más adelante en otro artículo, así que no desconecten, y sígannos en nuestra web y las redes sociales.
Imágenes
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