Llevo unos días un poco alterada con las cosas que se leen en los periódicos y que se ven en las nocticias. El otro día, el tema de las madres desnutridas que producen leche de mala calidad, y que ya me sacó de mis casillas. Así que me desahogué un poco.
Y en la tele, noticias sobre el sueño. Los comentarios de una “doctora” sobre el colecho, me dejaron de una mala leche…. Que si se puede aplastar a los bebés, que es malísimo dormir con ellos en la cama, que deben dormir en su propia habitación a los 6 meses y que si el colecho produce demasiado apego hacia la madre. ¡¡Pero vamos a ver, por favor!! Esta sociedad del desapego, donde se quiere hacer niños sin sentimientos, completamente desapegados de sus madres, donde se buscan sustitutos para el cariño de una madre en forma de muñecos y mantitas, a los que los pequeños se aferran porque no tienen un regazo seguro al que acudir… Según esto, la culpa es de los padres, claro, que no enseñan a dormir a sus hijos. Me parece a mi que no tienen mucha idea sobre los patrones de sueño saludables de los bebés, estos de esta noticia deben ser amigos de Estivill, aggg.
Me pone negra, de verdad. Porque el desapego, la falta de cariño, el llanto, el aprender a calmarse solos, no hace adultos sanos, ni mucho menos. No digo que se creen psicópatas, claro, pero todo esto sí se traduce en problemas a lo largo de la vida, y aunque de adultos, sean personas sanas y estables, aparentemente, en muchos casos, puede haber problemas debido a esta falta de cariño. Como el cariño, el respeto y el apego, son temas de los que hablo muy frecuentemente, a veces me llegan mensajes, de todo tipo. Mensajes ofensivos, de gente que me dice que por dar un cachete a un niño o dejarle solo llorando, no pasa nada (eso es lo que creen ellos). Pero también me llegan mensajes de personas que han vivido situaciones de desapego y que ahora, de adultos, siguen sufriendo. Una persona me mandó esta historia hace unos días y me ha dado permiso para publicar un fragmento aquí, para que veamos que los actos que tenemos con nuestros hijos cuando son pequeños, también tienen repercusiones en su futuro:
“Soy la primera hija de mis padres. Cuando nací estaban muy ilusionados, vivían en Suiza y había muchos adelantos que no había aquí en España. Entre ellos un libro que ha perjudicado mucho mi educación. Ellos lo compraron pensando que era lo mejor para mí, pero después de 30 años he de decir que no fue así. No recuerdo el nombre ni el autor, pero me han contado algunos de los consejos quedaba. Y es que, decía, que los niños tienen que llorar 20 minutos al día y después se callan. Que no hay que hacerles caso, que se acostumbran.
A mí, desde que llegamos del hospital, me dejaron en la cuna, que podía llorar, chillar, que nadie iba en mi búsqueda. Tanto es así que una vez me caí de la cuna y no se enteraron. No lo considero imprudencia, sino un accidente, pero me parece significativo tener a un bebé de seis meses sólo en una habitación.
Les llamaba la atención que cuando estaba en una habitación sola cerraba la puerta, necesitaba límites.
Todavía hoy, con treinta años y a punto de ser madre, necesito los límites afectivos que no me dieron de bebé. Hasta hace bien poco, tenía una pesadilla que se me repetía incluso estando despierta. Al principio, cuando era pequeña creía que era una pesadilla, ahora soy consciente que era una sensación que no podía expresar y de ahí mi angustia, la única forma que tengo de recordarla es de la manera en que la sentía. Es algo así como la memoria de la piel, por la que aprenden los bebés.
Bien, en esta sensación, me sIento muy, muy pequeña, y todo a mi alrededor es muy, muy grande. Todo está oscuro, ya podía hacer un sol espléndido, y hace frío. Me siento muy sola, quiero que vengan, me cojan, que pongan límites alrededor de mi diminuto cuerpo, pero nadie viene. Supongo que esta situación me ocurrió muchas veces, era bebé, estaba en la cuna y aunque llorara, porque quería compañía, no venía nadie, lo decía el libro.
Una vez lo comenté con una psicóloga y me dio esta interpretación, que posiblemente no fuese un sueño, sino una realidad vivida sin poder expresar lo que necesitaba.
El hecho de cerrar las puertas, me parece muy significativo, pues aún hoy lo sigo haciendo, estoy incómoda en espacios grandes y necesito tener objetos cerca que protejan mi cuerpo. Mi marido me llama exagerada porque en verano necesito dormir tapada, no soy exagerada, también paso calor, pero en mi inconsciente es mejor el calor que la desprotección.
Como digo, ahora voy a ser madre y me preocupa mucho que mi bebé sufra ese sentimiento de soledad que yo viví, porque, doy fe de ello, lo que le pase al bebé, le pasa al adulto.”
¿Veis cómo estos actos en la infancia sí tienen repercusiones en la vida adulta?
Con respecto al tema de que se puede aplastar al bebé, aclaro. En primer lugar, para dormir con el bebé hay que seguir unas normas básicas, como dormir en un colchón firme, sin cojines ni almohada sueltas que puedan tapar al niño, sin espacios por donde pueda caerse. Y los adultos, tienen que estar sanos y tener patrones de sueño normales. Si ambos padres son muy obesos, pues mejor no compartir cama. O en casos en los que uno o ambos padres sean alcohólicos, tomen algún tipo de droga o medicación para dormir. En estos casos, consumir sustancias puede alterar el sueño de los padres. También está desaconsejado en casos de madres fumadoras. Pero ya está. El resto de los bebés pueden dormir con sus padres. Y tan a gusto. Como madre que lleva compartiendo su cama 24 meses con la peque, os diré que al principio, ni te mueves, te quedas en una esquina, quieta como un palo, y la peque se queda con la parte más grande de la cama. Con los días, te relajas un poco más, pero vamos, en cuanto la niña se mueve un poco, los ojos abiertos como platos. No me creo que un padre pueda quedarse dormido, moverse y aplastar a su hijo bajo su cuerpo sin darse cuenta, sin notar su cuerpo y sus miembros moviéndose para quejarse. No, siempre y cuando, como ya he dicho, no esté bajo los efectos de una medicación o sustancia que te haga dormir profundamente.
Por otro lado, el comentario sobre que el colecho favorece la muerte súbita. Al respecto hay varios estudios. Y en distintos estudios han llegado a distintas conclusiones. Las opiniones están encontradas. Si tenemos en cuenta que la lactancia disminuye el riesgo de SMSL y que el colecho favorece la lactancia materna, podríamos concluir que compartir cama es un dato protector. También, y como ya conté aquí, en mi experiencia personal con el colecho, compartir cama con tu bebé te hace darte cuenta de cosas que le pueden pasar que si está más lejos podrías no enterarte. Mi hija estuvo unos segundos sin respirar, se atragantó y de no haber sido porque estaba durmiendo a mi lado, no me habría dado cuenta y no quiero ni pensar lo que podía haber pasado. Y no soy la única, otras madres se han dado cuenta de que a sus hijos les pasaba algo grave gracias al hecho de dormir juntos.
El día 14 fue el día mundial del sueño, por eso ha habido varias noticias al respecto. Y ya leer este otro artículo ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Bueno, en primer lugar, el estudio del que hablan está presentado por una ¡¡marca de pañales!! Sí, esa marca que habla de que tu bebé, con su súper pañal, dormirá toda la noche. Uf, esto, como todo, huele a publicidad pura y dura, la pasta que se habrán llevado. Sólo les ha faltado decir que todos los problemas de sueño se solucionan usando sus pañales. Pero vamos al cuerpo de la noticia, porque estoy que echo humo.
Según este doctor, un bebé duerme mal por culpa de los padres, y al mes y medio ya debería dormir toda la noche. ¡Toma ya! ¡Vamos a cargarnos las lactancias! Y de paso, además de comprar la marca de pañales, nos pasamos a la leche de fórmula. La lactancia materna debe ser a demanda. Como la leche se digiere de forma muy rápida, es normal y lógico que los bebés hagan varios despertares para mamar. No es manía ni vicio. Se llama hambre, aunque algunos no quieran entenderlo. Además, por la noche, la leche materna cambia su composición, casualmente. Por la noche se segregan melatonina y triptófano en la leche, ambas sustancias que favorecen el sueño y que ayudan al bebé a ir cogiendo los ritmos de sueño nocturnos. Muy importante también es la prolactina, la encargada de la producción de leche, que también adquiere sus picos máximos durante la madrugada. La succión del bebé a esas horas activa la producción de esta hormona, que se encarga de producir leche para el día siguiente, de modo que dar de mamar por la noche sirve para asegurarse una buena lactancia.
Pero en el artículo aún hay más. La siesta. A los 5 años, el niño que duerme la siesta es anormal, suavizando la palabra patológico. Ufffffff. España, el país de la siesta por excelencia. Las virtudes de un descanso después de comer son ampliamente conocidas, tanto que hasta los chinos importaron la siesta y la implantaron en sus trabajos. Echar una cabezadita a media tarde hace que estemos más despejados para afrontar lo que queda del día. A mí, particularmente, me gusta tumbarme todas las tardes un rato con la pequeña, y el día que por alguna circunstancia no puedo hacerlo, lo noto muchísimo. Voy el resto de la tarde como zombi y al llegar la noche, me voy mucho antes a la cama porque no puedo con el sueño, quitándome el poco rato que tengo a esas horas para hacer cosas en el blog o en casa. Si esto me pasa a mí como adulto, ¿cómo no se van a sentir los niños? Habrá niños que necesiten descansar más y otros que lo necesiten menos. Pero vamos, que un niño se siga echando la siesta con 5, 8, 12 o 30 años, me parece lo más sano del mundo.
Según este estudio, el bebé tiene que aprender a dormirse solo, sin los brazos de los padres. De nuevo, el desapego. Los brazos son el lugar donde los bebés se sienten más seguros y protegidos, y es normal que se relajen y se queden dormidos. Y no hay nada malo en ello. Un niño de 6 años no va a seguir durmiéndose en brazos de su madre. Igual que uno de 8 no sigue usando pañal, o chupete o biberón, por poner ejemplos. Antes o después, todos lo dejan. Igual que antes o después, todos dejan de dormirse en brazos y también dejan de dormir en la cama de sus padres, mira por dónde. Todos pasan por distintas fases. Y si a mitad de la noche se despiertan asustados y necesitan el consuelo de su madre para volverse a dormir, no hay nada de malo en ello. Somos los únicos mamíferos que separan a sus crías para dormir. Es más, los adultos tienden a emparejarse y les gusta dormir en compañía, ¿por qué motivo no deben dormir acompañados los más desprotegidos de la casa?
Este doctor experto en sueño es totalmente conductista, de la línea de Ferber y Estivill, porque eso de que se vaya a calmarlo durante sólo dos minutos y luego se les deje solos… Aunque él diga que no sigue un método claro, pero vamos, que las pautas que ofrece van todas por ese camino. Y claro, va más allá, a aplicar los métodos también durante el día, dejarlos solos jugando en la habitación. Parece que sólo se busca que los niños estén quietecitos, que no den guerra, que no molesten, que no sean niños, al fin y al cabo. Lo niños son niños y como tal deben comportarse, deben jugar y divertirse, deben compartir con sus padres muchos momentos, todos los que sean posibles. La infancia pasa muy deprisa, y luego nos arrepentiremos de no haber estado más tiempo con nuestros hijos.
No puedo con este tipo de noticias. No se dan cuenta los medios de comunicación del daño que hacen, de la cantidad de gente que lo va a ver/leer y que va a pensar que como sale en la tele o en un periódico, será que tiene razón. Me irrita sobremanera que den tanta importancia a estas cosas, en vez de fijarse más en otros aspectos de la infancia o de la educación más importantes, en vez de promocionar la lactancia, o el respeto, fomentan el desapego.