A menudo hay historias en los medios sobre ciertos alimentos o nutrientes que se supone que aumentan o disminuyen el riesgo de cáncer. En el balance de la evidencia, es improbable que los superalimentos específicos, por sí mismos, puedan afectar directamente a cualquier tipo de enfermedad o afección.
No obstante, algunas de las historias siguen siendo controvertidas. Explora con nosotros varias historias que puede que ya conozcas, y descubre nuestra toma de la evidencia.
¿Qué es la acrilamida?
Es un producto químico que se crea naturalmente cuando muchos alimentos, en particular los que contienen almidón, se cocinan a altas temperaturas durante largos periodos. Por ejemplo, aquellos que horneas, fríes o tuestas, por lo que entre los alimentos de este tipo más populares destacan las galletas, el café, el pan y las patatas fritas, entre muchos otros.
La evidencia de estudios en animales muestra que la acrilamida tiene el potencial de interactuar con el ADN en nuestras células. Podría estar vinculado al cáncer. Sin embargo, la evidencia de estudios en humanos ha demostrado que, para la mayoría de los tipos de cáncer, no hay relación. Algunos estudios han sugerido un mayor riesgo de cáncer de útero, pero la evidencia es débil e inconsistente, por lo que no podemos estar seguros si este vínculo es real. Incluso los trabajadores de la industria alimentaria, que están expuestos al doble de acrilamida que otras personas, no tienen tasas más altas de cáncer.
Aunque no podemos ver un eslabón en los estudios en humanos, los científicos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia de Estándares Alimenticios del Reino Unido (FSA, por sus siglas en inglés) han estudiado la cantidad de acrilamida a la que están expuestos a través de la dieta. Por estas razones, FSA ha lanzado una campaña de sensibilización pública "Go for Gold", que tiene como objetivo ayudar a las personas a entender cómo minimizar su exposición a la acrilamida cuando cocinan en casa.
Tú mismo puedes reducir la exposición a la acrilamida siguiendo una dieta sana y equilibrada. También puede ser una forma eficaz y saludable de prevenir el aumento de peso. La dieta se basaría en reducir la ingesta de alimentos altos en calorías como patatas fritas y galletas, unas de las fuentes principales de acrilamida.
Por otro lado, EFSA y FSA recomiendan apuntar a un color amarillo dorado o más claro al freír, hornear, tostar o asar alimentos con almidón. Esto es porque la duración y la temperatura de cocción determinan la cantidad de acrilamida producido.
Los edulcorantes artificiales
En segundo lugar nos centramos en los edulcorantes artificiales. Estos se utilizan en una amplia variedad de alimentos y bebidas. Se han hecho realizado diversos estudios en animales y humanos, los resultados han apuntado una fuerte evidencia que indica que los edulcorantes artificiales no aumentan el riesgo de cáncer. Se han estudiado principalmente la sacarina y el aspartamo.
La sacarina fue objeto de estudio en la década de 1980, cuando se encontró que podría causar cáncer de vejiga en ratas. Ahora sabemos que estos efectos eran específicos para las ratas y no eran relevantes para los seres humanos. Sin embargo, debido a que esto no se sabía en aquel momento, el gobierno canadiense prohibió la sacarina, y el gobierno estadounidense advirtió que podría causar cáncer. En cambio, las investigaciones en seres humanos no han encontrado ningún vínculo entre la sacarina y el cáncer de vejiga.
De cara a los años 90, y hasta el 2006, los consumidores estabas preocupados por los efectos secundarios del aspartamo. Concretamente, a mediados de la década de 1990 un artículo vinculaba el artificial más dulce con el aumento de las tasas de cáncer cerebral. Cabe destacar que se trataba de un artículo que disponía de escasa base científica; de hecho, varios estudios posteriores mostraron que el aspartamo era seguro para los seres humanos. En el año 2006, otro estudio en ratas sugirió un vínculo con el cáncer, pero la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) encontró que el estudio tenía algunos defectos importantes y concluyó que el aspartamo no aumenta el riesgo de cáncer por debajo del nivel diario recomendado.
Conclusión
Para terminar, grandes estudios en seres humanos han proporcionado evidencia fuerte de que los edulcorantes artificiales no aumentan el riesgo de cáncer. Por ejemplo, un estudio examinó a casi medio millón de personas y encontró que el aspartamo no aumenta el riesgo de leucemia, linfoma ni cáncer cerebral. Todos los edulcorantes están estrictamente regulados y rigurosamente probados por la Agencia Europea de Estándares Alimentarios. Por lo tanto, no hay pruebas sólidas de que los edulcorantes estén relacionados con el riesgo de cáncer.