Controvertidos cambios

Lucas, Fernández y Garrido

Quienes me conocen (especialmente algunos compañeros periodistas a los que les di el coñazo en cierta ocasión para que me dejaran sentar cerca en una cena a la que acudió) saben de mi admiración por Juan Ramón Lucas. Soy una fiel seguidora desde que empezó, allá por  2007, de En días como hoy, en Radio Nacional de España. Lucas, avalado por quienes se han hecho cargo de la radio pública, ha llevado a cabo un excelente trabajo junto a su equipo a lo largo de este lustro en el que nos ha informado y entretenido. Nos ha informado desde la pluralidad  y eso, créanme porque sé de lo que hablo, es hoy por hoy casi una utopía en esta profesión y en este país.

Esa cena en la que tuve la fortuna de compartir un rato de charla con él no hizo más que confirmarme que Lucas es un hombre humilde, un gran conversador y, por encima de todo, un periodista comprometido con esta profesión. He escuchado, durante cinco años, las variopintas tertulias de primera hora, las entrevistas (una de las últimas a Vincenç Navarro, no se la pierdan si pueden), me he reído muchísimo con la acidez de La mirada cítrica y he disfrutado con las llamadas de los oyentes, tanto para criticar como para felicitar, porque de todo ha habido.

Llevo preguntándome, desde que el PP accedió al poder, cuánto tardarían en cargarse el programa de Lucas, o el de Toni Garrido (Asuntos propios) o el de Pepa Fernández los fines de semana (No es un día cualquiera) o el de Javier Gallego (Carne cruda en Radio 3) porque era imposible que un partido que ha atentado, desde el primer minuto en el que se hizo cargo del país, contra derechos fundamentales no lo hiciera contra el básico a la información.

Lucas, Garrido, Fernández o Gallego me han hecho recordar durante todo este tiempo los motivos por los que, hace ya unos años, decidí elegir esta maravillosa profesión. Los que los quitan ahora de en medio me hacen tener presente por qué decidí dejarla.