El mandatario de Rusia, Vladimir Putin, propinó una contundente cacheteada a Estados Unidos y sus aliados europeos, al ser reelecto por su pueblo con más del 76 por ciento de los votos a su favor en los comicios presidenciales celebrados este domingo en el gigante euroasiático.
Putin obtuvo un histórico y categórico triunfo en las urnas que envía un claro y alto mensaje a Estados Unidos y sus secuaces del denominado Viejo Continente, empeñados en restarle fuerza y aislar a toda costa a Moscú con continuas sanciones, agresiones y guerras mediáticas.
Contrario a conseguir su propósito, esa conducta hostil de Washington se convirtió en un boomerang para la administración del presidente Donald Trump y los gobiernos que en diferentes regiones sirven a sus intereses imperiales.
Ante las amenazas y el asedio del régimen de Trump, el pueblo ruso respondió saliendo masivamente a votar en la consulta popular, y dio una victoria record a Putin que jamás ha logrado ni logrará un candidato presidencial en EEUU ni en Europa.
De nada sirvieron sanciones, agresiones y campañas difamatorias de todo tipo en los medios de comunicación internacionales dirigidas a evitar la reelección del actual líder del Kremlin, quien permanecerá en el poder seis años más, hasta el 2024.
Ha sido una demostración de unidad y fortaleza frente al cerco económico, político y mediático que se le ha impuesto a la poderosa nación euroasiática para intentar influir en los resultados de los comicios, coinciden analistas políticos.
Los expertos concuerdan además en que el triunfo de Putin no es solo de su país, sino de toda la humanidad, porque representa al mismo tiempo un mensaje de paz en momentos en que el lenguaje de Washington se torna cada vez más agresivo y guerrerista contra el mundo.
Rusia seguirá siendo en los próximos años un muro de contención vital, como igual lo es y será China, frente al dominio unipolar que se aferra a mantener con el uso de la fuerza el decadente imperio de Estados Unidos en el planeta tierra.
Con la victoria en las urnas, Putin y sus compatriotas cachetearon duramente a Washington, le dieron una gran lección a Trump, e hicieron quedar mal una vez más a los gobiernos que en el mundo se arrodillan ante la Casa Blanca.
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