Esta entrada la vamos a utilizar para tratar el tema de los riesgos que entraña convertirse en un delincuente juvenil. Riesgos tanto para la persona que los padece, en este caso el joven; como para las personas que lo sufre, no sólo la familia, sino toda la sociedad.
Pintadas en las paredes, rotura de mobiliario urbano, desperfectos en locales o instalaciones, violencia entre iguales, peleas… son indicadores de delincuencia, pero pasan desapercibidos.
Según nuestro lugar de residencia, vamos a pensar que hay un mayor o menor grado de delincuencia juvenil. La verdad es que la delincuencia existe y se reproduce por toda la geografía de nuestra nación, otra cosa es que la percibamos o interpretemos como acto delictivo.
"La delincuencia existe en todos los lugares"
Los delincuentes juveniles, como indique en una entrada anterior, son aquellos que están comprendidos entre los 14 y los 17 años ambos incluidos. Podríamos preguntar ¿los que tienen edad inferior no entran dentro de la delincuencia juvenil? No. Los menores de 14 años van a ser valorados por otras instancias dado que sus actos no van a ser considerados relevantes para la Ley Penal del Menor.
Dejando un poco de lado el concepto de delincuencia juvenil, vamos a realizar un análisis de los factores que pueden llevar al joven a convertirse en aquello que toda persona adulta quiere evitar: en delincuente.
Al hablar de delincuencia juvenil seguro, o por los menos a algunos, se os vendrán a la cabeza delincuentes "famosos" por sus actos. Dentro de su historial delictivo vamos a poder encontrar toda una serie de actos conocidos que le han llevado a convertirse en aquello que vemos ahora. Pero desconocemos toda una infancia que, desde mi punto de vista, tiene más peso en el futuro delincuente que los actos conocidos.
¿El delincuente nace o se hace?
Qué pregunta, estaréis pensando. Pues bien, esta pregunta nos la podemos hacer cada día y nos daremos cuenta de que todo cambia según la perspectiva con que miremos a la persona delincuente.
Si miramos a una persona joven, diremos ha nacido delincuente. Pero, y ¿si miramos a una persona adulta? Se ha hecho delincuente diríamos. Pero es que para hacerse delincuente se tienen que haber criado dentro de la delincuencia.
"El delincuente aprende a delinquir"
En realidad no es así. La delincuencia se aprende igual que aprendemos a desarrollarnos en entornos sociales. El delincuente aprende a delinquir y mejora sus habilidades a medida que va creciendo. Mientras que los jóvenes no delincuentes mejoran sus habilidades sociales, los delincuentes mejoran otras habilidades que les son más necesarias para cometer actos delictivos.
Existe toda una serie de factores que originan o permiten que la delincuencia se reproduzca, crezca y se mantenga en una persona durante el resto de su vida.
Vamos a identificar tres grupos de riesgo que van favorecer al desarrollo de los futuros delincuentes: los factores individuales, los factores familiares y los factores sociales.
Los factores individuales
Son aquellos que están dentro de cada uno de los jóvenes delincuentes. Por sí solos no tienen una gran importancia, pero tienen una gran influencia en el posterior desarrollo de la persona, dado que pueden influir en el desarrollo psicológico de la persona. Dentro de este grupo vamos a encontrar:- La rigidez cognitiva. Dificultad para captar los matices de la situación concreta de la realidad.
- Locus de control externo. Su destino o los factores externos a él son los que deciden sus actos.
- Baja autopercepción de sí mismo. La visión que tiene la persona con respecto a su situación en relación con todo lo que le rodea. Tiene altas expectativas de fracaso.
- Distorsión perceptiva de la realidad. Ve el mundo desde su perspectiva y no como es en realidad.
- Déficit en habilidades sociales. Herramientas necesarias para relacionarse con otras personas, con la sociedad en general. Muestra especial agresividad e impulsividad.
- Rendimiento académico deficiente. Fracaso escolar, bajas notas, absentismo escolar, abandono de la escuela
- Personalidad irritable y polémica. Dificultades para acatar normas y someterse a la autoridad.
- Conductas antisociales. Agresividad, hurto, vandalismo, fugas. Malos tratos.
- Pensamiento concreto. Inmediatez de respuesta, toma de decisiones sin planificación, dificultad de adaptación a los cambios.
- Falta de perseverancia. Fácilmente influenciable, bajo autoconcepto de sí mismo, falta de autoconfianza.
- Consumo de alcohol / drogas. Consumo de sustancia desacordes con su edad.
Los factores familiares.
Son aquellos que están situados en el círculo más cercano de socialización. La familia, junto al grupo de iguales, tiene un gran poder de condicionamiento y van a ser considerados como fundamentales en la educación de los menores.Dentro de este grupo vamos a encontrar una gran cantidad de indicadores que van a poder desarrollar un futuro delincuente: la falta de supervisión, padres hostiles, el exceso de disciplina, hogares rotos, malos ejemplos conductuales por parte de los progenitores, falta de comunicación entre padres e hijos, carencias afectivas, falta de enseñanzas prosociales o la marginación socioeconómica, familia numerosa con bajo estatus socio - económico, empleo precario de los padres, movilidad residencial, violencia familiar...
Los factores sociales.
Son aquellos que están estrechamente relacionados con la sociedad. El fracaso escolar, el grupo de amigos, el desempleo, los medios de comunicación y las drogas y el alcohol.
A los anteriores podríamos añadir otra serie de factores de riesgo como la exposición a programas televisivos violentos o el uso de videojuegos no acordes con la edad.
El grupo de amigos es otra variable para explicar la delincuencia juvenil. Existe una tendencia por parte de los delincuentes a unirse a otros que también realizan actos similares. De ahí que los delincuentes juveniles tengan la tendencia a actuar en grupo.
Que podemos extraer de esta entrada. En mi opinión tenemos que trabajar para mejorar la educación de los menores, es verdad que los datos de delincuencia juvenil no son tan abrumadores como en la década de los 80, pero también hay que reconocer que los datos que tenemos no son para nada buenos, pues seguimos encontrando elevadas tasas de delincuencia en algunas localidades.
Si de verdad queremos formar futuros delincuentes tan sólo tenemos que hacer una cosa: no hacer nada.
Para evitar ese no hacer nada tenemos que implicarnos en la educación y la adquisición de valores por parte del menor, intentando fomentar espacios positivos para el aprendizaje y la educación, y evitando situaciones negativas que puedan condicionar el futuro del menor.
Como hemos comprobado, no sólo la educación influye en el compartimiento del jóven, también tenemos que tener en cuenta la familia, el grupo de iguales e incluso sus propias experiencias, por lo que para evitar formar delincuentes tenemos que tener en cuenta toda una serie de variables que pueden influir en el comportamiento del menor.