Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial en Europa, lloró al enterarse que el III Reich se rendía. Josef Perjell, miembro de las Hitlerjugend, juventudes hitlerianas, creía que Alemania y la raza aria iban a dominar Europa.
Cuarenta años después Perjell desveló un secreto que había ocultado durante casi toda su vida. Su verdadero nombre era Salomon Perel, era judío y se convirtió en nazi para sobrevivir.Perel nació en 1925 en una familia judía de origen germano que huyendo de la persecución nazi se establecieron en Polonia, pero los alemanes, tras la invasión del país, los internaron el gueto de Lodz, al sur de Varsovia. Sin que él lo supiera, su padre murió de hambre, su madre fue gaseada en un camión y su hermana, ejecutada durante una de las marchas de la muerte.
Salomon y su hermano Isaac intentaron escapar a la parte ocupada por los soviéticos, pero Salomon fue internado en un orfanato del Komsomol en Goradnia, separado de su hermano. La operación Barbarroja le vuelve a atrapar.
Cuando Salomon iba a ser identificado como judío para ser asesinado en Minsk. Decide que tiene que hacer algo antes de que sea demasiado tarde: Se acerca a un oficial de las SS y le dice con gran seguridad, que es un Volksdeutscher, que es de origen alemán pero que ha sido criado fuera de Alemania, en un perfecto alemán de Sajonia. "Me llamo Josef Perjell".
Las SS enviaron a Salomón, ahora Josef, a Alemania para ser educado en la escuela de las juventudes hitlerianas de Brusnwick para después trabajar como intérprete de ruso para la Wehrmacht. Curiosamente nunca descubrieron que estaba circuncidado. De hecho, un oficial homosexual que intentó abusar sexualmente de él, descubrió que era judío al ver que estaba circuncidado, pero no lo entregó.Nunca fui un auténtico nazi. Nunca fui un traidor. Yo obedecí la orden de mi madre. Le juré que sobreviviría.
Su historia de supervivencia es muy diferente de los demás supervivientes del Holocausto. Mantuvo una doble identidad que le provocó conflictos morales que tuvo que soportar cada día para poder sobrevivir: "Mientras la mayoría de los judíos estaban en guetos o campos de concentración yo gritaba "Heil Hitler" o "Sieg Heil".
Ya uniformado como un auténtico nazi viajó al gueto de Lodz a buscar a sus padres, pero no los encontró.Se metió tanto en su papel de joven nazi que Incluso llegó a "olvidar que era judío". Tanto, que se enamoró de una muchacha de la Bund Deutscher Mädel, la Liga de Muchachas Alemanas llamada Leni. Siempre mantuvo su secreto por temor de ser denunciado.
Terminada la guerra fue arrestado por los estadounidenses, pero por su juventud y por no ser parte de las fuerzas armadas, fue puesto en libertad. Volvió a Alemania para reencontrarse con su hermano.
En 1948, emigró a Israel, se alistó en el ejército donde lucho por la independencia israelí. Ha participado en conferencias en las que cuenta su historia y ha escrito el libro "Tú tienes que vivir", editado en español en 2014. Actualmente vive con su familia.
En su libro escribe:
Yo era un nazi convencido. El único judío nazi que he conocido… Macabro, ¿no cree? Me invadió la tristeza con la derrota, me creí el adoctrinamiento absolutamente. Confiaba en la superioridad de la raza, en la selección de las especies, en que el mundo debía pertenecer a los más fuertes y que el destino de los débiles era caer. Me sentía uno de ellos y me consideraban como tal. Hasta me avergonzaba de mis orígenes.En una entrevista para el diario ABC le preguntaron si le dolió renunciar a judaísmo para salvar la vida, a lo que respondió: "No, en absoluto, porque me parecía lo más natural. Para los judíos, la vida humana es lo más sagrado y, según el judaísmo, hay que hacer todo lo posible para salvarla".
Su historia inspiró a la directora polaca Agnieszka Holland en film Europa Europa (1990), una película "que de alguna manera muestra lo que es la banalidad del mal, enseña cómo el populismo es capaz de adoctrinar a jóvenes".
Para saber más:Tú tienes que vivir, de Sally PerelClarin
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