Todas las personas tenemos sueños, ideas y proyectos en mente, además de contar con enormes talentos para alcanzar lo que nos propongamos, pero por determinados factores (habitualmente internos) no logramos llegar a donde queremos vernos.
Esto sucede porque solemos quedamos atrapados en alguno de los dos escenarios más comunes, que son: no saber crear y cumplir un plan para alcanzarlo o bien porque cuando queda muy poco para llegar a la meta, abandonamos (esto puede darse de muchas maneras).
Como tengo bastantes aspectos que tratar en el post, lo he dividido en dos entregas, una será hoy y la otra el próximo martes.
Todo objetivo nace de un pensamiento, sueño o una ilusión, creando la necesidad de querer alcanzarlo. Con lo cual comienzas a pensar en ello, te ilusionas, miras como hacerlo, ves los obstáculos a enfrentar, una vez conocidos comienzan a decaer las ganas de embarcarte en ello, tus saboteadores te anulan mediante mensajes destructivos y poco a poco esas ganas de ponerlo en marcha, comienzan a diluirse.
Por esto para que un sueño, una visión o algo que te ilusiona tenga consistencia para ser lograda o alcanzada, debe llevarse a la acción, es primordial dar el primer paso, porque mientras esté dando vueltas en tu cabeza, solamente servirá para agobiarte y crearte falsas ilusiones.
Cualquier visión o idea inspiradora debe llevarse a la práctica si o si, para evitar que no se convierta en una pesada carga emocional, es decir, cuanto más tiempo la tengas ahí guardada en tu cabeza, más frustración te irá generando por no hacerla. Por eso si decides desistir de ella, lo mejor que puedes hacer, es desterrarla de tu mente y olvidarte de esta, porque si no será una pesada carga.
Con lo cual el primer paso a dar, será que esa idea o visión te inspire, y con esto me refiero, que cuando te conectas con ella, sientas una elevada motivación, que te provoque plenitud y puedas ver lo bien que te sentirás lograrla.
Una visión inspiradora es el paso previo a un gran logro en tu vida, siempre y cuando que esto no quede en una ilusión (nada hecho realidad), sino que sea el punto de inicio para ponerte en marcha hacia su conquista.
También para que una idea te motive e inspire debe estar en sintonía con tus valores y a su vez relacionada con talentos tuyos, para poner estos al servicio de concretar lo que te propongas.
Si logras identificar estos aspectos y conectarte con tu visión, gran parte del éxito está asegurado.
Ahora, después de definir tu idea o visión de lo que quieres alcanzar, llega el turno de ponerte en marcha, uno de los grandes frenos que tenemos las personas. Y esto sucede por varios motivos, pero los más comunes son: la falta de un plan concreto, los diversos tipos de miedos infundados por nuestros propios saboteadores, descentrarnos, dejarnos llevar por el ego cuando vamos obteniendo pequeños logros, no creernos que es posible alcanzarlo y sobretodo, no confiar en uno mismo.
Como verás tenemos varios temas para desarrollar en la segunda entrega, pero de esta primera parte, quédate con la necesidad de que tu idea o visión sea inspiradora para ti y no para otros, porque el que deberá recorrer el camino y superar las adversidades serás tú y nadie más, por eso no te preocupes si al principio tu entorno rechaza tu idea, esto suele ser así en la mayoría de los casos.
Recuerda que una visión o idea inspiradora para ti, es el primer paso hacia el éxito.