En muchas ocasiones decimos o escuchamos la frase “No me importa lo que opinen los demás” o similar.El caso es que sí nos suele importar, y mucho. En este artículo vamos a trabajar el equilibrar lo que queremos, deseamos y hacemos con las opniones y y deseos de los demás.
Piensa en la última vez que hiciste o dijiste algo para recibir la validación de los otros. Piénsalo de verdad, hablándote de manera sincera. Quizás en algo que hiciste durante la última semana.Puede que cambiaras de opinión, de horarios o de rutina para complacer a alguien.
Ahora te animo a pensar en lo siguiente: la validación que puedas conseguir de los demás no la necesitas verdaderamente. Se que esta frase resultará polémica; efectivamente recibir cumplidos, felicitaciones y demás reconocimientos es agradable. Además hacerlo es una muy buena manera de conectar con las personas. Somos seres sociales y decir con frecuencia las cosas buenas que observamos en los demás es algo muy positivo.
Aquí estamos hablando de necesitar recibirlo. La validación que puedas recibir de los otros debe de salir de ti, no de una fuente externa, no de las personas que te rodean. Tu salud más óptima, tu plena sexualidad, tu capacidad de estar alegre está en ti y sólo en ti. Los demás serán partícipes, claro, pero el foco de todo ello es tuyo y solo tuyo.
Este artículo va acerca de hacer todo lo que sea necesario para convertirte en la persona que quieres llegar a ser, es decir, convertirte en tu propio héroe (o heroína). Tú siendo tú y acercándote a alinear lo que piensas, lo que sientes y lo que haces es la mejor manera de conseguirlo. Esto tiene una serie de particularidades que voy a comentar aquí. Te pondré un ejemplo a continuación.
Imaginemos a alguien que lo ha perdido todo, el peor de los casos posibles. Pongamos el caso de una separación (se pierde el amor), tras esa separación tiene que comprometer una gran cantidad de dinero por el divorcio (se pierde el dinero) y tiene en contra a su círculo de amigos y familia por haber tomado determinadas decisiones (se pierde el apoyo social). Es decir, se pierde toda la validación social.
En estos casos es fácil que surja una reacción de “que les den a todos”. Tras ello atravesar una serie de emociones: rabia, tristeza, culpa, resignación y quizás finalmente aceptación. Es duro, muy duro según la propia personalidad y circunstancias. La cuestión es cómo reaccionamos ante las pérdida, los obstáculos y la circunstancias.
En esa situación o en tantas otras tenemos la opción de quedarnos en lo que ese espera de nosotros, en vez de levantarnos y decir “Voy a aclarar mis pensamientos, mis emociones, a equilibrarlo con mis deseos” tendemos a que cuando un obstáculo aparece en el camino abandonar. Aquí no sólo aparecen las expectativas ajenas si no que también influyen las nuestras sobre lo que debería ser.
“Seré feliz cuando consiga salir con tal persona, cuando obtenga tal cantidad de éxito, cuando esa injusticia por fin acabe“. Bien, esto no es cierto, sólo lo será momentáneamente. Las circunstancias son las que son y no las elegimos. Sí elegimos que hacemos con todo ello.
El movimiento se hace andando, dando un paso tras otro, no importa lo que cueste. Aprendiendo de los sucesivos errores y gozando y sabiendo apreciar los éxitos y las mejoras. Ajustando lo que esperas hacia lo funcional y no hacia lo disfuncional. Realmente interiorizando que la única persona que puede hacerte feliz eres tu mismo. Convirtiéndote en tu propio héroe.
Antoni.
pd.- quizás necesites para ello una ayuda inicial ¿Conoces ya la herramienta que mejor te ayuda a modificar tus pensamientos hacia otros que te ayuden con tus metas?