Revista Sociedad

COP25. Una cumbre de malos humos.

Publicado el 03 diciembre 2019 por Salva Colecha @salcofa

Si es que la verdad es que por aquí no solemos hacer las cosas de una manera lógica rarillos somos un rato. Lo digo porque seguro que a nadie se le ocurre COP25. Una cumbre de malos humos.organizar en un par de semanas una cumbre sobre el clima en una ciudad que hizo lo imposible para cargarse la iniciativa de mejora medioambiental, resulta de chiste. No se si te acuerdas de aquello de Madrid Central y de un alcalde que nada más llegar intentó cargarse todo aquello con un borrador gigante sin que le importase demasiado eso de que no se puede respirar en la capital o que se tenga que frotar con una espátula la carbonilla en las fachadas de algunos edificios. Imagínate tú como andarán los pulmones de los que se pasan el día yendo de aquí para allá en bicicleta repartiendo paquetillos. Su futuro es más negro que el carbón, si no son atropellados van a acabar con los pulmones de cartón pero bueno, eso son daños que no parece importarles demasiado al alcalde y a su cuadrilla. Lo que importa es que los paquetes lleguen al precio que sea, ¿Verdad?.

Pues bueno eso es lo que se han encontrado los que han venido a la cumbre del clima que nos llegó de rebote. Y eso es lo que se encontrará Greta Tunberg,

COP25. Una cumbre de malos humos.
una niña que se ha converido en una voz de esperanza en un mundo en el que importa mucho más la fachada que la realidad, en el que vende más una niña que tres mil científicos ¿pero sabes una cosa? Si no escuchamos a la ciencia, no hacemos caso a las tormentas, sequías, lluvias y huracanes fuera de tiempo que padecemos pero prestamos oídos a  una joven venida en catamarán desde la otra parte del atlántico en plena malamar pues perfecto, por lo
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menos el mensaje estará llegando y al final eso será bueno para todos. La cuestión es que de una vez por todas queramos ver que nos estamos cargando el planeta (y no es una frase hecha). Somos tan suicidas que estamos llenando de carbonilla nuestro mundo, reduciéndolo a un vertedero como si tuviésemos otro mundo al que mudarnos, como si no no importase lo más mínimo nuestra nave espacial en la que nacimos y crecimos y que a este paso tendremos que abandonar, si es que podemos hacerlo. Peor bueno igual es que somos cochinos por naturaleza y enguarramos todo lo que tocamos, la orbita de la Tierra y hasta la Luna donde dejamos toneladas de cacharros cuando a los Apolo.

Espero de todo corazón que los dirigentes que han venido a Madrid hayan venido a algo más que a comerse los canapés y consigan concienciarse de que

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esto se acaba. O espabilamos o acabaremos desapareciendo. Aunque llámame cenizo pero no creo que saquemos mucho de esto, algunos de los mayores estados-chimenea han gritado pasapalabra. Ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia estarán representados por sus presidentes, Donald Trump, Xi Jinping y Vladímir Putin, respectivamente. Tampoco estará presente el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el país que contiene la selva del Amazonas. Mal andamos

Igual nos faltaría concienciarnos de que no pasará nada si desaparecemos nosotros, puede que nos toque tener un poco de humildad y aprender de la

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historia. También los dinosaurios poblaron la tierra, también la colonizaron y mira tú que cosas, desaparecieron y vinieron otras formas de vida a llenar el vacío. Igual deberíamos darnos cuenta de que si no cambiamos el rumbo dentro de unos millones de años quizá acaben nuestros esqueletos fosilizados en una vitrina. Igual es algo en lo que no han caído los mandamases venidos a Madrid a hablar, sólo a hablar sin pensar que las palabras sin hechos son la nada, unos sonidos que el viento se llevará. La nada, los que nos espera si no espabilamos, eso si no es ya demasiado tarde.


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