Revista Opinión
Arranca la Copa del Rey para los equipos de Primera división y me da la impresión de que, una vez más, les pilla a contrapelo y desganados. Es decir, que es un engorro que les surge en mitad de la semana, a algunos en día de fiesta, y no están muy por la labor. Entonces la eterna polémica sobre el sistema de competición de este torneo vuelve a aflorar. ¿Para qué sirve una eliminatoria de dieciseisavos de final, a doble vuelta, entre un conjunto de Primera frente a un Segunda B? Respondo yo mismo: para cubrir el expediente ideado por la Federación, solventarla de la manera más decorosa posible y a pensar en la siguiente ronda, de octavos, donde estarán rivales de más potencial, se supone, casi con seguridad.Los ‘alcorconazos’, del que por cierto se han cumplido tres años, tienen una cabida muy escasa. Surge también, claro está, como el año pasado el Mirandés, el equipo que va pasando rondas a fuerza de fe, constancia, buen juego y una pizca de suerte. Cuando confluyen todas esas circunstancias, la Copa gana interés entre los aficionados neutrales, que vuelcan sus simpatías por el David de turno. Algo es algo.Repasemos algunos de los duelos sorteados para esta ronda. Los más atractivos para los equipos pequeños son: Alavés-Barcelona, Alcoyano-Real Madrid, Llagostera-Valencia y Jaén-Atlético. Un premio para los cuatro, que puede verse reflejado en la taquilla del partido de ida. Pero ¿y la vuelta? No esperen llenos en el Camp Nou, Bernabéu, Mestalla o Calderón. Muy al contrario, lo lógico es que, sea cual sea el resultado de ida, se vea mucho cemento en las gradas, como solía decirse antes. Del resto de emparejamientos destaco el Melilla-Levante. ¿En qué sentido? En que es un marrón para ambos clubes. Para uno, el de la ciudad departamental, porque el rival no es atractivo para la taquilla. Para el otro, los granotas, porque el desplazamiento al otro lado del Estrecho exige doble transporte y cansa al personal. Caprichos del bombo.Así están las cosas y nunca llueve a gusto de todos, evidentemente, pero la labor de la Federación Española es organizar una competición atractiva y dinámica, aunque no satisfaga a determinados miembros. Eso se consigue, creo yo, con eliminatorias a un partido al menos hasta cuartos de final. También se ha propuesto alguna vez la celebración de una Final Four, al estilo de la Euroliga de baloncesto, en una sede para decidir el campeón entre los cuatro supervivientes. Parece que ha quedado en el cajón del olvido. Y hablando de sedes, en esta edición tampoco se sabe cuál será la que albergue la final. ¿Volveremos a tener lío con los finalistas? No lo duden. Llega la Copa del Rey, menudo trago.
7-Noviembre 2012