Revista Opinión

COPEI y López descalabraron proyección de Juan Guaido en lo político- territorial.

Publicado el 06 junio 2019 por Carlosgu82

La Tecla Fértil

COPEI y López descalabraron proyección de Juan Guaido en lo político- territorial.

* Toda la oposición desea llegar a Miraflores bajo la cubierta de Pompeo y, carecen de credibilidad

Las probabilidades de que Venezuela tenga una recuperación limpia y rápida con Maduro son sumamente remotas. Pero un nuevo gobierno podría adoptar una serie de medidas que facilitasen la salida de la crisis: 1. Un control riguroso de la inflación, que la reduzca a niveles razonables; para ello, es preciso recobrar la independencia del Banco Central. 2. Aprovechar el actual crecimiento económico de América Latina para llevar a cabo una política de restablecimiento de relaciones internacionales con los países vecinos, que conduzca a acuerdos comerciales beneficiosos para todos. 3. Parece necesario un redimensionamiento del gasto público, hasta ahora desbocado, y reorientarlo hacia políticas que aumenten la productividad y competitividad del tejido empresarial, actualmente ahogado y desmantelado por los imposibles costes de producción. 4. Conseguir privatizar (o cerrar) muchas empresas que fueron nacionalizadas durante el chavismo y que se han vuelto lentas e ineficientes. 5. Diversificar las exportaciones (la dependencia del petróleo y sus derivados asciende ahora a casi el 100%) hacia actividades productivas no relacionadas, algo que no debería ser muy complicado en un país tan rico en materias primas y con una localización tan atractiva.

Por último, pero no por ello menos importante, reinstaurar el orden y la seguridad en las calles, a la vez que se cortan de forma tajante las corruptelas tan instaladas en la Administración. Se conseguiría así asentar las bases para la mejora progresiva de la convivencia entre los venezolanos y de su calidad de vida, tan degradada durante estos últimos años.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con anterioridad ha rechazado el ultimátum dado por la Unión Europea para convocar nuevas elecciones en el país, si no quiere que reconozcan al presidente de la opositora Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como mandatario legítimo del país.

«Se han comportado con arrogancia. Nadie puede darnos un ultimátum. Si alguien quiere irse de Venezuela, que se vaya», ha declarado en una entrevista exclusiva a la filial turca de la cadena CNN desde Caracas. «Venezuela no está conectada a Europa. Eso es arrogancia. Las elites europeas no reflejan la opinión de los pueblos europeos», ha añadido.

Sobre la proclamación realizada por Guaidó, que se declaró a sí mismo «presidente encargado» del país, Maduro considera que se trató de un acto que «viola todas las leyes y la constitución», y ha dejado en manos del Poder Judicial venezolano cualquier medida al respecto».

La gobernabilidad y estabilidad de Venezuela no podrán darse sin la participación de una oposición responsable, inteligente y constructiva. Es por esa razón que la oposición política debe ser demoledora al analizar lo que estima va contra los intereses populares en el desarrollo de la vida del país.

Al hablar de la política se hace permanente referencia a las relaciones intersubjetivas de poder producidas y reproducidas en un entorno socio-histórico específico, cuyas concatenaciones temporales y espaciales, configuran un continuum que atraviesa la dinámica del quehacer humano, desde sus orígenes, dándole la certidumbre y organicidad requerida para salvaguardar su existencia misma como especie y su capacidad transformadora de su realidad, característica única e irreductible del género humano.

De lo anterior se desprende que la política es consustancial a la naturaleza humana y de la forma en que se desarrolla en la acción concreta, deviene el modelo de organización socio-político que un colectivo construye.

Una praxis política caracterizada por el intercambio transaccional entre grupos específicos de poder, producirá un modelo social excluyente, diferenciado y escindido.

En el lado opuesto, una praxis política sustentada en la persona humana como eje de su accionar, delineará una organización social y política inclusiva, cohesionada y promotora del desarrollo integral de cada uno de sus miembros, en su doble condición de sujetos concretos y actores sociales. La política se rige por fines. En la definición de los medios y recursos para alcanzar dichos fines, entra en juego el manejo de las relaciones de poder, expresadas por actores en pugna, con intereses distintos y, ocasionalmente, contrapuestos. El espacio de interacción, condensación, jerarquización y eventual agregación de estos intereses, es por excelencia, el ámbito de lo público, por lo que la política es una actividad esencialmente pública, expuesta al proceso de escrutinio y control social permanente, lo que le reviste de un carácter dinámico y conflictivo. La dinámica política tiende a consolidarse en prácticas, normas e instituciones vinculadas a un periodo histórico determinado, las cuales a su vez, responden a valores y construcciones simbólicas, propias de la cosmovisión dominante en la época.

A lo largo de la historia, la política ha adquirido expresiones o dimensiones institucionales específicas, las cuales han oscilado desde los clanes tribales, la estructura feudal, pasando por el Absolutismo Monárquico, al sistema de Democracia Representativa Formal, imperante en nuestros tiempos mediante distintas formas de organización del poder político. Este último a su vez, expresado en regímenes políticos como el Presidencialista o el Parlamentario para citar tan solo algunos, cuyo fundamento central es el tema de la representación política y la legitimidad social del sistema.

Juan Guaidó, cometió una diversidad de desafíos en la aplicación de su programa de trabajo, bajo la intervención de Leopoldo López, quien trastoco la supuesta ruta del triunfo para defenestrar del poder al presidente republicano, Nicolás Maduro Moros. Y es sobre este modelo de organización política de la Sociedad y el Poder, que hoy gravitan fuertes presiones y discusiones, tanto teóricas como prácticas, aspectos que tienen en el fondo un común denominador: la histórica preocupación social por construir un modelo de organización política que responda al objetivo último de alcanzar el bienestar de sus actores concretos, de una forma efectiva y duradera.

En los tiempos actuales, este tema se aborda en un contexto determinado por elementos novedosos y propios: una creciente heterogeneidad social y cultural; una pérdida aparente de predominio de lo público como espacio articulador de intereses y canalizador de conflictos sociales; la globalización de procesos económicos, culturales, políticos y sociales y la cada vez mayor interdependencia entre los distintos actores nacionales, supra y subnacionales; el surgimiento o recuperación de preocupaciones colectivas de distinto matiz: relacionadas con equidad de género; reivindicaciones étnicas, etarias, sexuales y socioculturales;

La complejidad de los temas y relaciones sociales y políticas que se entretejen, no sólo presionan fuertemente al modelo de organización política dado, sino que, al cuestionar la capacidad de respuesta de la política, en el tanto esta es inherente al ser humano, pone en entredicho al ser humano mismo, en su condición de sujeto social. No se trata entonces únicamente de la debilidad de un sistema político, de sus normas, procedimientos e institutos, para concretar el bienestar de la colectividad; el quid del asunto radica en que la humanidad misma se debilita en su capacidad de construcción y reconstrucción de su propia vitalidad como ser social

El reforzamiento de pseudovalores como el individualismo a ultranza con la pérdida de solidaridad social que aquel trae aparejado, es una expresión tan solo de esta deshumanización que hoy constituye un reto fundamental, en el proceso de construcción de condiciones de bienestar para la totalidad de las y los miembros del cuerpo social En el plano político-institucional, concretamente, en el sistema político democrático formal de corte occidental, centro de atención de la presente reflexión, el debilitamiento antes indicado encuentra su correlato en la crisis de representación política que hoy envuelve al sistema, en especial, a varios de sus actores más tradicionales, como las instituciones de poder públicos (Poderes Ejecutivos, Legislativos, Gobiernos Locales) o su subsistema de partidos políticos


Volver a la Portada de Logo Paperblog