Hoy comienza el que sin duda es el día más esperado para nosotros de este viaje. Además teniendo en cuenta la paliza de ayer, hoy al menos el día es más relajado. La intención del día es simple, vamos a ver Cristania y a pasar gran parte del día en el Tívoli, el parque de atracciones más antiguo de Europa, y sin duda uno de los más bonitos.
Tras levantarnos y desayunar en el hotel tan bien como días anteriores (que buenos dulces hay en este hotel…) Tomamos el S-tog (o tren de cercanías) en la estación de Vesterport que tenemos nada más salir del hotel y nos dirigimos hasta Christiangshavn, la estación más cercana a Christania. Salimos de la estación y paseamos por las calles de este agradable barrio, casi hasta bullicioso a estas horas de la mañana (todo el mundo va a trabajar a estas horas, y en bicicleta). Enseguida llegamos a la entrada de Christania y su famoso arco.
Todavía es temprano, así que no hay demasiada gente y todavía hay tiendas cerradas, pero algunos bares están abiertos para poder tomar un café y charlar con alguno de los habitantes de este barrio un tanto extraño y a la vez maravilloso. Hablamos con una encantadora mujer mientras tomamos café, es la encargada del negocio de venta de plantas que hay al final de la calle principal. Amablemente nos traza una ruta de paseo para ver las partes más bonitas de su vecindario. Siguiendo sus indicaciones paseamos tranquilamente por el barrio, viendo sus casas y el lago, uno de los grandes atractivos de esta “ciudad” independiente dentro del propio Copenhague.
Tras la visita decidimos pasear tranquilamente por la ciudad en dirección al Tivoli, donde queremos pasar al menos la tarde y dejar que la ciudad nos muestre alguno de sus encantos ocultos. Paseamos a lo largo de gran parte de la ciudad y encontramos tiendas curiosas, interesantes, mucha ropa y otras cosas de segunda mano a buenos precios. Ojo, aquí las cosas de segunda mano no son como en España que sólo vendemos de segunda mano lo que está roto… por no hablar de los dulces!!!
Descubrimos algunas cosas interesantes como un estupendo local que vende Bagels cerca de Stroget y que harán las delicias de los más glotones.Y antes de darnos cuentos nuestro paseo nos trae a las puertas del Tivoli. Parecemos dos niños pequeños, a la puerta de uno de los parques de atracciones más antiguos y con más historia de Europa. Sin duda alguna, una visita obligada en Copenhague. Además, al ser estas fechas tan cercanas a la Navidad, ya está todo decorado para esta fiesta y hay multitud de tiendas que venden adornos y otras cosas típicas de Navidad.
Al pasar por las puertas y dar la entrada nos sentimos como dos niños pequeños, estamos emocionados y no es para menos. El lugar es precioso. Además tienen la exposición del Titanic, que como no pudimos verla en España por diversos motivos, no vamos a perder la ocasión de verla aquí. La exposición es interesante y tiene algunas cosas que son dignas de ver. Sin duda te dejan ver más de cerca como fue la tragedia del naufragio de este barco.
Tras la visita a la exposición, comenzamos nuestro paseo por el Tivoli y sus diferenciadas zonas, oriental, india, rusa… en cada una parece que llegas a estos países y en cada zona encuentras diferentes atracciones así como cafeterías, restaurantes y otros establecimientos de alimentación y entretenimiento. Hasta una churrería ¡!! Ya las hemos visto en otros países, pero nos sigue llamando la atención la penetración internacional que están teniendo estos negocios tan tradicionales y castizos en España.
Si los precios en Copenhague en general son caros, aquí dentro del Tivoli esto toma un cariz superlativo, 5 € por café nos parece algo excesivo, pero nos sirve para descansar y pasar un agradable rato sentados junto a una chimenea mientras nuestros pies descansan un poco.
Continuamos con nuestro paseo y nuestras aventuras en las atracciones de este parque de atracciones, no os podéis perder la montaña rusa de madera, la sensación más espectacular de todo el parque de atracciones.
Tras un día no tan agotador como ayer, pero donde el cansancio se va notando, decidimos cenar en el restaurante Balkonen, donde tiene un menú especial para la cena, con platos típicos de la gastronomía danesa para navidad por algo más de 25 € por persona. El servicio es exquisito y las vistas de todo el parque desde la mesa en la que cenamos no tienen precio. La comida es aceptable y es buffet, así que puedes aprovechar para probar muchas cosas. Hay arenque con diferentes preparaciones, pato, carne de cerdo… mucha variedad de platos y además como las fechas son las apropiadas todos los platos son tradicionales en sus comidas de Navidad.
Tras la cena damos otro breve paseo mientras bajamos la comida y nos dirigimos a nuestro cercano hotel para pasar nuestra última noche en Copenhague.