Coprolitos
Una de las cosas que más "alegran" a los que nos gusta caminar por el campo es cuando atravesando un prado donde hay vacas, y vigilando que alguna no se fije demasiado en ti, notas que el pie ha pisado algo blandito y calentito. Ese tipo de residuos, por muy guarro y asqueroso que le parezca a según qué ánima púdica, es algo inherente a todo ser vivo, independiente de su tamaño, clase y lugar de ubicación. Y si esto es así, significa que los animales anteriormente ya lo hacían y que si se han encontrado todo tipo de restos en el registro fósil...¿no se iban a encontrar éstas también? Efectivamente, se encuentran, y se llaman coprolitos.
Cuando estudiaba geología, uno de los fósiles que más llamaba la atención eran, justamente, los coprolitos. El hecho de tener entre las manos un excremento fosilizado de hacía millones de años, era, como mínimo, una cosa curiosa. Las reacciones entre los compañeros eran de todo tipo, desde el que, como yo, le atraía poderosamente la atención, a otros a los que tener una caca añeja entre las manos era simplemente algo asqueroso y se lo quitaban de encima de seguida. En fin, para todos los gustos y sensibilidades.
Sea como sea, los coprolitos, por mucho que correspondan a materiales fecales de otras épocas no dejan de ser más que piedras y de aquí su nombre "copro" (del griego kopros, excremento) y "litos" (de lithos, piedra). Estos fósiles, contra el pudor y la ignorancia general, no tienen gran cosa que ver con el material de origen, pero sí son una magnífica fuente de información para los paleontólogos y para los arqueólogos que tienen la suerte de encontrar uno de ellos.
Alegrías pleistocenas
El proceso de formación de un coprolito es sencillo. Partiendo de la base que todo el mundo sabe hacer una "catalina" estándar, imagínese que un animal cualquiera -por ejemplo un mamut o un diplodocus- está en un campo cerca de un río. Una vez pasado el momento de solaz intestinal, las heces se pueden comenzar a secar convirtiéndolas en algo seco y compacto, que puede cubrirse de lodo por efecto de alguna subida del río, preservándolas para la posteridad.
Este proceso, que es exactamente igual que el de formación de un fósil, implica que buena parte de los materiales originarios sean sustituidos por otros debido a la lenta circulación de agua dentro de ellos y creando moldes exactos de las estructuras que existían en el comienzo, llegando hasta nuestros días en mejor o peor estado de conservación según el período pasado desde su deposición. No es lo mismo un coprolito de hace 10.000 años que de hace 100 millones de años, claro.
De tal bicho, tal coprolito
Coprolitos hay tantos como tipos de seres vivos, y lógicamente, cuanto más grande sea el bicho, más grande serán sus deposiciones y más posibilidades de ser encontradas. Asimismo, las cacas de animales herbívoros, por grandes que sean, son más difíciles de encontrar que las de animales carnívoros, debido que éstos últimos tienen entre sus excrementos una gran cantidad de materia carbonatada procedente de los huesos y partes duras de sus presas, que son de una conservación más fácil que los restos vegetales.
Coprolito de T-Rex
Es en este caso que los paleontólogos encontraron en 1995 en Saskatchewan (Canadá) restos de un coprolito de 44 cms de largo y de 13 a 16 cm de ancho, 2.4 litros de volumen y 7 kg de peso (ahí es nada!) que se ha atribuido a un Tyrannosaurus rex por su contenido en fragmentos de huesos -de otros dinosaurios juveniles- y que sirvió para saber que los tiranosaurios no masticaban sus presas sino que simplemente las fragmentaban y las digerían.
Otro caso en que el estudio de los coprolitos fue crucial fue en el 2009, cuando unos paleontólogos que estudiaban unas heces fosilizadas de hiena de hacía 200.000 años halladas en una cueva de Sudáfrica, descubrieron en ellas unos 40 pelos de humano. Este descubrimiento significó el hallar los restos de cabellos humanos (Homo heidelbergensis) más antiguos hasta entonces, dado que los que se habían encontrado anteriormente tenían tan solo 9000 años. Pero no se apure, según los científicos las hienas son carroñeras, por lo que es muy probable que el pobre humano estuviera muerto cuando la hiena se lo comió.
Urolito
El asunto de los coprolitos, es un caso que llama la atención, pero no se piense que es el único resto fósil escatológico que existe. ¿Usted ha visto mear a un elefante o a una vaca? ciertamente es espectacular. Pues bien, la cantidad de orina que dejan caer es tal, que donde cae deja una prominente señal en el suelo acompañada muchas veces de una corrosión producida por la composición de esta orina. Pues esta señal, fosilizada, es lo que se ha dado a llamar urolitos, y también ha servido para saber que algunos dinosaurios tenían un sistema excretor similar al de los actuales avestruces, estrechando un poco más si cabe la relación que entre dinosaurios y aves existe en el mundo científico actual.
Tal vez le parezca todo esto un poco escatológico -y es que los catalanes ya tenemos esta fama- pero si le cuesta pensar en caminar entre los excrementos de perros, imagínese lo que debía ser estar en el Cretácico entre "adabelardos" de diplodocus, tiranosaurios, velocirraptores... y ni imagine lo que pudiera ser pasear bajo un pterosaurio que fuera un poco suelto. Sea como sea, dé gracias a que esas mierdas existieron, ya que ellas permitieron que los bosques de aquella época fueran fértiles, densos y verdes ya que, tiempo a venir, produjeron el carbón que muchas centrales eléctricas usan hoy día.
Realmente, nada se desperdicia en la naturaleza.
Como para que no quede para la posteridad...