Sinopsis Editorial:
En 1950, una joven llamada Coral Glynn acepta un trabajo en una casa de campo inglesa. Deberá cuidar a una anciana enferma, la señora Hart, con la que vive también su hijo Clement, un militar todavía convaleciente de las heridas sufridas durante la segunda guerra mundial.
En el frío ambiente de la casa, se produce el acercamiento entre Coral y Clement: dos seres solitarios que se reconocerán mutuamente en el dolor íntimo que uno y otro esconden. Circunstancias aparentemente fortuitas –el encuentro con unos niños, la desaparición de un anillo o una carta extraviada– condicionarán desde el principio su relación.
En esta desolada historia de amor Cameron nos habla de la evolución de los sentimientos, de la rapidez con que la soledad y el deseo pueden dar lugar al amor y de cómo este, a veces, puede terminar transformándose en algo menos radical. Con su habitual maestría para crear ambientes y revelar los matices de sus personajes, Cameron nos guía por los sutiles recovecos sentimentales de la historia hasta un inesperado final.
"Coral Glynn" es la segunda novela que leo de Peter Cameron y al igual que la primera (Algún día todo este dolor te será útil) no me ha disgustado, pero tampoco he acabo de encontrar en ninguno de los dos libros eso que a tantos lectores les gusta de la literatura de Cameron, aunque si tuviera que decantarme por uno sería por el primero.
Es innegable que son novelas estupendamente escritas y en ese sentido uno disfruta del buen hacer del autor, pero en cuanto a las historias, hay algo que me falta para que al cerrar el libro sienta que ha siendo una lectura redonda. Supongo que se puede decir que Coral Glynn es una novela sobre el amor, un amor "extraño" porque la verdad es que los personajes también lo son y no hablo solo de los protagonistas, sino también de los secundarios, como Robin y Dolly.
Para empezar tenemos a Coral, que es enfermera y trabaja a domicilio, sobre todo cuidando a enfermos terminales, así que va cambiando de casa a medida que se va quedando sin pacientes y así, en la primavera de 1950, llega a Hart House, en la campiña inglesa, donde vive una anciana moribunda en compañía de su único hijo, Clement, un solitario militar marcado por las heridas sufridas durante la Segunda Guerra Mundial y la señora Prence una entrometida y posesiva ama de llaves a la par que cocinera.
Tanto Coral, como Clement son personajes solitarios, aunque él al menos cuenta con la amistad de su amigo Robin con quien queda de vez en cuando en el pub del pueblo, pero tras la muerte de la anciana, a Clement no le parece mala idea proponerle matrimonio a Coral y a ella, al final, tampoco le parece mala idea aceptar, pero... ¿Están realmente enamorados o simplemente se trata de hacerse mutua compañía? De hecho Clement le confiesa a su amigo Robin cuando éste le pregunta qué siente respecto a Coral...
No lo llamaría felicidad. Alivio, quizá. La sensación de que hay algo vivo entre los dos. Cierta conexión, supongo.
Peter Cameron
Fotografía www.peter-cameron.com
Desde el principio ella me ha parecido un personaje que marca mucho las distancias, y no solo en el trato con Clement, en su vida en general, es como si las cosas no fueran con ella, por ejemplo, durante un paseo es testigo de una escena en el bosque cercano a la casa y sin embargo no comenta nada, algo que al final cambiará el curso de los acontecimientos, del mismo modo que tampoco le contó a nadie algo que le ocurrió en su anterior trabajo. Se limitó a cambiar de empleo, como si eso por si solo solucionara las cosas. De todas formas no es la única que no "cuenta" cosas y eso dará un vuelco a la vida de todos los personajes.
No se puede decir que "Coral Glynn", que rezuma cierto aire clásico, sea una novela previsible porque creo que no lo es, pero aunque a los personajes acaba envolviéndoles un pequeño misterio por culpa de algunos secretos, malos entendidos y cierto malmeter de algún otro personaje, para mí le ha faltado algo que la hiciera más atractiva, aún así me gusta el estilo del autor y ha sido una lectura bastante agradable, así que no descarto volver a leer alguna otra obra suya.