Autor (es): Neil Gaiman.ISMB: 978-84-9838-237-2Género: Fantasía.Editorial: Salamandra.Número de páginas: 155 páginas.Saga: No.Sinopsis:Al día siguiente de mudarse a casa, Coraline explora las catorce puertas de su nuevo hogar. Trece se pueden abrir con normalidad, pero la decimocuarta está cerrada y tapiada. Cuando por fin consigue abrirla, Coraline se encuentra con un pasadizo secreto que la conduce a otra casa tan parecida a la suya que resulta escalofriante.
Sin embargo, hay ciertas diferencias que llaman su atención: la comida es más rica, los juguetes son tan desconocidos como maravillosos y, sobre todo, hay otra madre y otro padre que quieren que Coraline se quede con ellos, se convierta en su hija y no se marche nunca. Pronto Coraline se da cuenta de que tras los espejos, hay otros niños que han caído en la trampa. Son como almas perdidas, y ahora ella es su única esperanza de salvación. Pero para rescatarlos tendrá también que recuperar a sus verdaderos padres, y cumplir así el desafío que le permitirá volver a su vida anterior.
Hola de nuevo mis queridos inmortales. El día de hoy les traigo la reseña de un libro que en lo personal quería leer desde hace mucho tiempo. Para esto he de hacer un par de confesiones. La primera es que no he visto la película pero en cuanto lo haga prometo pasar a dejarles el VS. La otra es que pretendía leerlo en inglés pero las ansias me ganaron y sucumbí al único tomo que pude obtener para navidad. Mi última confesión radica en el problema –o ventaja –de todo lector con problemas mentales: leí el libro entero en un día. Aunque tampoco es un pecado en forma pues, siendo sinceros, el libro es relativamente corto pero no por eso menos sustancioso. Así pues, comencemos con una nueva reseña.
Intentaré recurrir a la objetividad aunque, lo aclaro, tengo la seguridad de que mucho de mi fan interno abogará por Gaiman. Como siempre, sus historias son originales dentro de todo el cliché que se pueda encontrar, porque me he topado con varias personas que dicen que los tiene. De cualquier forma, Coraline no es la excepción a la regla. Neil Gaiman nos sitúa en una Inglaterra atemporal para contarnos la historia de una niña ignorada por sus padres, Coraline, cuya edad es desconocida pero por su madurez bien se puede identificar un adulto con ella. El punto es que Coraline puede ser todos y nadie al mismo tiempo, un chico, un muchacho, un adulto joven, un adulto e incluso el recuerdo de algún adulto mayor. Cualquier persona que se sienta inadaptado en este mundo tan poco creativo e imaginativo.
Ya que hice una introducción de nuestro personaje principal, me parece justo que hable un poco sobre los personajes que nos introducen en el libro. Como ya dije, Coraline es la representación de todas esas personas fuera de lugar, esas gentes que tenemos ideas brillantes pero poco valoradas porque no son funcionales. ¿A nadie le parece importante lo que le gusta un gato? Pues a Coraline sí. No sólo le importa, sino que también se lo pregunta. Además, presta atención a los consejos de las ratas y asuntos semejantes. En contraparte, como debe de haberla, tenemos a sus padres y algunos otros adultos que no la entienden. Personas que están tan inmersas en sus “cosas importantes” que no se detienen dos segundos a disfrutar los pequeños momentos y a las personas que las rodean. Haré un pequeño paréntesis para decir que por momentos me sentía leyendo un tanto de El Principito o una Alicia en el país de las maravillas un tanto siniestra pero no por eso menos educativa. Es en este punto donde Gaiman procura darnos un poco de humanidad en una manera un tanto indirecta.
Haciendo referencia a la ilustración –real y metafórica –de la novela, he de alabar al autor y su ilustrador. Los dibujos que se encuentran al inicio de cada capítulo son totalmente como el texto. Tienen el toque justo de infancia mezclado a partes iguales con terror a mirar tras la puerta. No hay otra manera de describirlo. Mientras que los dibujos nos dan una pequeña entrada de lo que podríamos encontrar en el capítulo, Gaiman traza una historia que no se pierde en ningún momento. Es una especie de cuento largo de hadas en el que las brujas tienen el protagonismo. Como siempre su forma de relatar las cosas hace que uno se sienta ahí en ese momento, justo frente a Coraline, admirando y sintiendo lo que ella. Logra en pocas palabras una empatía tal con pocos detalles que el lector se puede internar rápidamente en el texto y el mundo que la imaginación del autor nos trazan.
En aspectos generales del libro puedo decir que es hermoso a la vista. No hay más. Desde la portada (original o la de la película, yo tengo la segunda), es algo hermoso de ver. Los capítulos están acompañados por ilustraciones que son iluminadoras para el texto que se nos viene encima. Los capítulos son cortos y concisos, lo que nos mantienen todo el tiempo al filo del asiento, siempre queriendo más. Como lector he de admitir que fue una experiencia sumamente entretenida leerlo, no es para nada aburrido y, si quieren una razón más para leerlo, les diré que es una maravillosa aventura que nunca –al contrario de Coraline –nos aburrirá.
Como ya venía mencionando un par de párrafos arriba, he de decir que el libro no es sólo la aventura que uno puede observar en la superficie. Dije que me recordó un tanto a Saint-Exupery porque Gaiman también da una crítica un tanto particular sobre esa idea de madurar. Mientras que muchos creen que crecer implica dejar de imaginar, Gaiman, al igual que el autor de El Principito, nos dice que no siempre es lo esencial. ¿Por qué un niño no puede tener la razón? ¿Por qué un niño debe dejar de divertirse para madurar y pagar las cuentas a tiempo y cómo se debe? ¿Es realmente madurar olvidar cómo divertirse? Este tipo de cuestiones existenciales y de vida son las que nos ilustra Gaiman, en las que nos deja pensando cuando terminamos la lectura.
-No –corroboró el gato. –Vosotros, las personas, tenéis nombres porque no sabéis quiénes sois. Nosotros sabemos quiénes somos, por eso no necesitamos nombres.
Además, Gaiman cuenta con algo increíble que se deja ver a lo largo de todos sus libros, pero siempre de una forma diferente entre uno y otro: el héroe incomprendido que también es cobarde. Sí, maneja en Coraline una heroida que tiene miedo día y noche, que no puede cerrar los ojos con calma para dormir pero se aferra a pequeñas cosas para seguir adelante. Sus recuerdos son lo que la hace fuerte dándonos así, como lectores, un personaje al que aferrarnos en cada paso. Nos dice que se vale sentir miedo, que no está mal, pero que también es posible hacer las cosas con miedo. Esto, me parece, es un punto clave. Dice al lector que cualquiera, en cualquier punto del mundo, sea cual sea su situación, aún con miedo, puede ser un héroe. Es esto, desde el inicio, lo que crea una empatía tal con el lector que el libro entero se vuelve entrañable.
Ya para terminar, he de decirle que le recomiendo este libro a todos. Si se es niño, es una maravillosa historia de terror a la que enfrentarnos, una aventura para enfrentar nuestros miedos. Si se es adolescente o adulto joven, es un inicio para nunca olvidar de dónde venimos y hacia dónde vamos. Si se es padre, es un manual indirecto de cómo ver a nuestros hijos, de educarlos de la mejor manera y, más que nada, un instructivo que nos enseña cómo no dejarlos de lado. Para el adulto mayor es, y siempre será, una maravillosa aventura digna de analizarse, si se apetece. En general, se lo recomiendo a todos. Sin peros ni letras chiquitas. Se lo recomiendo hasta esas personas que comienzan con la lectura y piensan que toda ella es aburrida. Creo que sobre todo a ellos.
Sin más por decir, me despido hasta mañana en nuestra entrada diaria por un mes y les pregunto a todos ustedes, mis lectores inmortales, citando las palabras de Coraline:
… ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué?
Saludos enormes,