Al día siguiente de mudarse de casa, Coraline explora las catorce puertas de su nuevo hogar. Trece se pueden abrir con normalidad, pero la decimocuarta está cerrada y tapiada. Cuando por fín consigue abrirla, Coraline se encuentra con un pasadizo secreto que la conduce a otra casa tan parecida a la suya que resulta escalofriante.
Sin embargo, hay ciertas diferencias que llaman su atención: la comida es más rica, los juguetes son tan desconocidos como maravillosos y, sobre todo, hay otra madre y otro padre que quieren que Coraline se quede con ellos, se convierta en su hija y no se marche nunca. Pronto Coraline se da cuenta de que tras los espejos, hay otros niños que han caído en la trampa. Son como almas perdidas, y ahora ella es su única esperanza de salvación. Pero para rescatarlos tendrá también que recuperar a sus verdaderos padres, y cumplir así el desafío que le permitirá volver a su vida anterior.
Gracias Penguin Random House por el ejemplar.
Voy a ser sincera: jamás leí Coraline. No me juzguen (?) porque intenté leer a Gaiman con El libro del cementerio hace unos años y no me gustó para nada cómo escribe; quizás fuera la traducción, no lo sé.
Pero sí vi (y re mil vi) la película de Coraline, que aún hoy en día me da miedo. Así que eso sumado a que está ilustrado por P. Craig Russell, combinación que amé en la novela gráfica de El libro del cementerio, hizo que me tirara de cabeza a pedirlo apenas salió. Y obviamente lo amé.
Creo que Gaiman + Russell (nunca sé si Craig es parte del nombre o del apellido) en conjunto son los R.L. Stine de nuestra época. Se acuerdan de Stine, ¿no? ¿El creador de miles historias de terror, entre ellas las de Escalofríos, el programa que veíamos de chicos? Bien, creo que él fue el rey del terror para chicos-jóvenes de esa época, y que esta dupla (cuando lea libros de Gaiman capaz cambio de opinión y sólo hablo del escritor) es la del siglo XXI. Sé que existe Stephen King, el cual me parece un escritor buenísimo y toda la bola, pero creo que ellos utilizan otros recursos, más bobos, menos siniestros, si se quiere, y aún así logran generar historias de terror que asustan hasta al más grande. Un par de veces (sobre todo cuando aparecía la Otra Mamá) tuve que dejar de leer un rato porque, en serio, me pone la piel de gallina.
Lo que me sucede cada vez que veo alguna colaboración de ellos es que me pone los pelos de punta, y aún más teniendo en cuenta del libro del que estamos hablando. Es esa historia horrible y aterradora que les contaría a mis hijos (#MotherWIN) en Halloween iluminada sólo por una linterna, mientras llueve: sí, los aterraría y probablemente unos años después me pasarían factura, pero es una de esas experiencias que necesitás experimentar con mucha adrenalina cuando sos chico.
Gaiman capta los miedos de siempre desde una perspectiva más contemporánea y dinámica. Sí es cierto que desde la época de las cavernas algunos padres no les daban bola a sus hijos, pero hoy en día creo que lo vemos más. Si lo sobreanalizamos, más allá de la obvia moraleja de la familia, termina siendo un libro sobre una chica que se siente sola, a quien los padres no le dan bola y que tiene que hacer algo con su imaginación para no morirse del aburrimiento en su nueva casa, donde aún no tiene amigos. Repito, eso si lo sobreanalizamos... pero creo que es importantísimo lo que Gaiman deja entrever por debajo de la superficie, y lo que la moraleja nos deja cuando terminamos el libro.Creo que ambos se entienden súper bien, como el trío de Tim Burton + Johnny Depp + Helena Bonham Carter. Creo que Russell capta exactamente hacia dónde Gaiman quiere dirigirse, la ambientación que pretende crear (y crea) en sus historias: son como un matrimonio de muchos años que saben qué hace cada uno cuando prepara el desayuno. Sí, no, ni idea de dónde salió esa analogía, pero quedó divina.
La cosa es que la adaptación gráfica es preciosa. Imaginate lo que cuesta atrapar a alguien que ya vio la película (y ni te cuento si también leyó un libro)... ¡no nos sorprenderíamos con nada! Pero, al contrario, como está adaptada de la historia original, hay muchas cosas que no conocemos o que esperamos ver de otra forma. Me sorprendió que me pudiera enganchar tanto, teniendo en cuenta de que ya tenía una idea que venía de la película, y eso, en nuestra generación, es un logro gigante. Kudos a ellos por eso.
Long story short, la dupla de Gaiman y Russell es divina, y logra atraparte y asustarte con una palabra o un solo trazo. De alguna forma (muy lenta, en mi opinión) las novelas gráficas se están abriendo paso en nuestro país, a diferencia de los cómics que crecen de forma increíble. Son lecturas rápidas, dinámicas, que yo pensé que iba a odiar en un principio pero que me enseñó a leer de otra manera: Coraline no sale de esta línea.
Animate a las novelas gráficas y, más que nada, a esta dupla increíble Gaiman-Russell. Agarrá una manta, hacete un cafecito y aprovechá estos findes helados para disfrutar de una buena lectura que, creeme, y lo digo por experiencia propia, te va a dar pesadillas.