"Ocurren cosas que destrozan incluso los corazones más fuertes. Lo dejan a uno atónito y provocan un dolor que solo el tiempo es capaz de convertir en embotamiento. Después de un gran dolor hay un sentimiento solemne, los nervios se asientan ceremoniosos, como tumbas, el rígido corazón pregunta si fue él quien tanto aguantó ¿ayer o hace siglos? Los pies, mecánicos, recorren por la tierra, el aire, o la quimera un camino de bosque trazado al descuido, resignación de cuarzo, como una piedra." Catarsis. Andrzej Szczeklik.
La Señora se pone una coraza ante las dificultades. Es una coraza que la sostiene, no solo a ella, sino que usa esa fuerza para apoyar a otros. No importan cuanta sea la carga, tiene que resistir. Solo los que la conocen a fondo, y se fijan, pueden ver cuando la armadura se resquebraja y se entrevé entre las grietas el cansancio y la debilidad. Dice que las fuerzas no son las mismas ahora que con 40 o 50 años, pero no solo es cuestión de edad, sino de autoexigencia, y es que la Señora es así y no va a cambiar, lo único que se puede hacer es colaborar, dejar el egoísmo y la pereza aparcados para que no cargue con todo. El agotamiento no la derrumba, tiene que mantenerse en pie para quien la necesite, antepone las necesidades de los demás a las propias.
No es una protección hecha solo de entereza y de superación, de enfrentarse sola a las dificultades, al desengaño y la enfermedad; es un refugio firme y resistente, arraigado en una inmensa generosidad y amor. La Señora no es expresiva en ese amor, no son besos, abrazos y otras muestras habituales de cariño su manera de manifestarlo, sino que son sus actos; no solo se sabe que se cuenta con ella, sino que está ahí y organiza las cosas con la idea de que todo sea más fácil, sin entrometerse ni ofenderse. Racionaliza sus emociones y se esfuerza en comprender las reacciones de los demás. Por duro que sea el momento y por frágil que sea la coraza, es el sostén de la familia.