Intenté hacer una estrella, como preludio inequívoco de navidad. Pero inconscientemente, resultó ser un corazón con alma de metal. Te lo regalé con una sonrisa, y tu respondiste de igual modo. Di por hecho que lo tirarías en el primer contenedor amarillo que encontrases, pero me equivoqué. Porque ayer lo vi sobre tu mesa, intacto y resplandeciente, como si realmente fuera algo importante en tu vida...
Y sí, por si no te has dado cuenta, esto va por ti.