Revista Cultura y Ocio
Después de haber visto Corazón Rebelde por fin, una mezcla de sentimientos encontrados se dan codazos en mi cabeza. No puedo decir que no me haya gustado, pero dejando al margen la magistral actuación de Jeff Bridges y la acertada selección musical, la verdad es que la película cae en cuantos tópicos podáis imaginar.
Corazón Rebelde cuenta la historia de Bad Blake, una vieja gloria del country que a sus 57 años no es si no la sombra de lo que fue. Bad está sumido en la más absoluta de las ruinas, se ve obligado a dar conciertos en los tugurios más cutres de las ciudades más perdidas de los Estados Unidos y además sufre de alcoholismo galopante. Apenas queda gente que se siga interesando por su música, y por más que lo intenta no consigue que la discográfica le conceda la grabación de un disco con material nuevo. Además, el éxito que ahora ve tan lejano recae en las manos de Johnny Sweet (Colin Farrell), quien hace años sólo era un músico de su banda a quien enseñó todo y ahora vende dos millones de copias de cada disco que publica. En uno de sus conciertos Jeff conoce a Jean (Maggie Gyllenhaal), una periodista con un niño de cuatro años con la que entabla una relación que le cambiará su vida, y el resto tendréis que verlo, o imaginarlo...
Como decía, la película siempre será recordada por la soberbia actuación de Jeff Bridges, que le ha valido un merecidísimo Oscar. Es increíble la destreza con la que encarna el papel de Bad Blake, lo hace tan bien que llegas a plantearte si esa estrella del country existe realmente. Además, pese a que al principio se mostraba reacio a ello, es el propio Jeff quien interpreta las canciones, y lo hace con la misma soltura con la que se mete en la piel de Bad, un viejo zorro al que se lo coge mucho cariño. En el lado opuesto, resaltaría que pese a que las críticas lo alaban, no me convence nada el papel de Colin, no me lo llego a creer en ningún momento.
La música es sin duda otro de los puntos fuertes del largometraje, compuesta por T Bone Burnett e interpretada por Jeff, como os decía, y por Ryan Bingham, las canciones tienen un aroma de clásico y suenan como si hiciera treinta años que salieron de Nashville. De hecho, el tema principal de la película, The Weary Kind (Ryan) le ha valido el otro Oscar al que estaba nominada la película. Otro de los aspectos positivos de Corazón Rebelde es que los amantes del country encontrarán en ella todo el imaginario del género; bares, carretera, alcohol, furgonetas y botas de cowboy. La película es una bonita estampa de la cara más rural de Estados Unidos, la que se nos muestra en su más esplendorosa decadencia.
Como contrapunto, lo que os decía al principio, la película resulta previsible a más no poder, y al final acaba resultando un conjunto de tópicos a los que sólo Jeff Bridges consigue darles sentido. El argumento lo hemos visto y leído cientos de veces, y los diálogos en ningún momento cobran un protagonismo vital. Además, hay algunos episodios de la película por los que el director pasa de puntillas, produciendo algún que otro salto que puede resultar brusco.
Resumiendo; buena música, Jeff Bridges y poco más. Eso sí, un poco de Jeff en Corazón Rebelde es mucho más de lo que la mayoría de actores podrán alcanzar en sus carreras...
"The Weary Kind"