Corazón tan blanco atrapa al lector desde sus primeras páginas. Narra la historia de Juan Ranz, un traductor que recién se ha casado con Luisa y que, desde la víspera de su matrimonio, se siente invadido por cierto presentimiento del caos. Esta trama central se combina con varias historias secundarias que sin embargo involucran de una u otra forma a Juan y a Luisa: una amiga española que intercambia correspondencias con un desconocido algo tosco y muy enigmático, una cubana que espera en la calle a un hombre casado que vive al otro lado del mundo, un amigo de la infancia, imitador de cuadros, que sabe quién quiere y quién no quiere ser abordado y fragmentos de una historia que Juan “No ha querido saber, pero ha sabido” sobre el oculto pasado de su padre que lo atormenta y cuestiona constantemente a través de la novela.
Juan Ranz, ingenioso y reflexivo, tiene constantes debates sobre qué tan bueno es el saberlo todo, pues hay cosas que prefiere desconocer pero que llegan a él sin que pueda evitarlo (los oídos no tienen párpados), así mismo reflexiona sobre la culpa y sobre cómo en el matrimonio su relación pierde magia cuando no puede pensar en Luisa, pues ella siempre está a su lado.
El título se debe a la cita de Macbeth que dice: Mis manos son de tu color; pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco. Esta frase es pronunciada por Lady Macbeth, quien después de incitar a su esposo a cometer un asesinato siente que no puede compartir con él la culpa pues el hablar y el imaginar, a diferencia del ejecutar, son inocentes.
Con una prosa dinámica y unos monólogos subyugantes, es un libro que deja huella en cualquier lector. Totalmente recomendable para leer no una, sino muchas veces.
Juliana ZuluagaLibélula Libros