Reescribo un mensaje muy ilustrativo que recibí por correo electrónico y que nos invita a la reflexión. La falta de autodominio o autocontrol lleva al enfado/cólera ante cualquier provocación pero la mayoría de la gente se arrepiente y pide perdón pensando que el enfado, reprimenda, gritos, insultos o desprecios quedan olvidados con una disculpa. Pero no es así.
Veamos lo que hizo un psicólogo a unos padres después de maltratar o despreciar a su hijo. Les entregó un papel y les dijo: " ¡Estrújenlo!" Los padres, asombrados, lo hicieron quedando como una pelota. Luego les dijo: "Ahora déjenlo lo como estaba antes". Los padres se pusieron con ahínco a aplanarlo y alisarlo a cuatro manos pero por mucho que lo intentaban no lo conseguían; el papel quedaba arrugado.
Entonces el psicólogo habló suavemente: “El corazón de las personas es como ese papel. La impresión o las huellas que dejan en ese corazón que han lastimado, serán tan difíciles de borrar como esas arrugas en el papel. ”
Aunque intentemos enmendar el error, ya estará “marcado”. Si no somos capaces de contener o controlar nuestra ira y sin pensar decimos palabras llenas de odio y rencor, más tarde, cuando volvemos a pensar en ello, nos arrepentimos pero ya no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado.
Y lo mas triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones. Desde hoy, sean más comprensivos y más pacientes. Cuando estén a punto de estallar, gritar, insultar o pegar recuerden: ¿podrán alisar el papel arrugado?.