Hoy no me demoraré, os presento de entrada, aunque seguramente ya la conozcáis, una historia loca y unos personajes que están más para allá que para acá. Escribe K. M. Grant. Rodarán cabezas en la reseña que váis a leer y algún que otro corazón.
Nos remontamos al siglo XVIII, en concreto a 1746. Nos hallamos en Londres, Inglaterra. El coronel Granville ha sido ajusticiado. Acusado de traición al monarca británico, su cabeza se encuentra ya separada de su cuerpo y sus tripas arden en la hoguera.
Todos los presentes celebran su muerte, excepto su sobrina, Alice, una bella y presumida joven que ha presenciado como el verdugo de turno, Dan Skinslicer, uno de los mejores de la ciudad por sus limpios cortes, acababa con la vida de su tío.
La chica reclama el cuerpo pero no puede hacer lo mismo con la cabeza pues esta tiene otro destino: ser clavada en una pica en Temple Bar, una de las puertas que abrían, dicho así, el camino de Londres a Westminster. Pero ella no se quedará tranquila, quiere que su tío descanse en paz y su misión ahora no será otra que rescatar el "coco" del coronel.
Así, se lanzará a por él sin embargo, no todo sale como lo esperado y los dragones, el ejército del rey, la pilla con las manos en la masa. Como la puerta, que viene a ser una especie de arco, está a gran altura, el capitán de la Caballería Ligera de Kingston , Hew Ffrench (sí, con doble "f") tiene que ir a por ella, a su rescate. Ahí será cuando se pierdan dos corazones. Ambos se enamorarán a primera vista.
Poco después de ese momento, entra en juego el verdugo, Dan, un grandullón (mi favorito), tremendamente tierno lo que choca con su profesión (como dice la escritora al principio de la obra, "Era un trabajo horrendo, pero alguien tenía que hacerlo"). Alice saltará a su carro, él huirá sin pensarlo con ella y con la cabeza. Ahora sólo importa sobrevivir y evitar que rueden más cabezas.
Ya véis que no exageraba, es disparatada (y lo agradezco). El tío Frank está muerto sí, pero su cabeza parece tener vida propia pues cambia su expresión según les van mal o bien a los protagonistas. En medio de la locura hay espacio para el humor, negro eso sí.
Un gran punto a favor: incluye dibujos en negro. Tres corazones, dos cabezas y un verdugo me ha gustado, ¿se nota verdad?. Por cierto, últimamente me fijo mucho en las portadas, creo que empieza a ser una obsesión, y esta se lleva al menos, notable. Buena combinación de colores y bonitos dibujos. Abreviando, otra obra original que se muda de la cesta de la playa a la estantería.
¡Saludos veraniegos!
Agradecimientos Alfaguara