Por El Zubi
Hace años que me preguntaba por qué la ciudad de Córdoba no le había otorgado aún a Manuel Benítez “El Cordobés” el título de “V Califa del Toreo”. Es un reconocimiento, una deuda que la ciudad aún tenía pendiente con él, y daba vergüenza ver como iban pasando los años y a penas nadie decía ni pio. “El Cordobés” se merecía ese título más que ningún torero cordobés en los últimos sesenta años e hizo méritos más que sobrados para ahora, mientras que está vivo, tuviera este homenaje por parte de su ciudad. Ignoraba quien o quienes eran los que concedían este reconocimiento. Imaginaba que no era ninguna institución oficial, sino el pueblo llano y su memoria, pero en todo caso seria una pena que este reconocimiento le hubiera llegado a este gran torero dentro de sesenta o cien años, cuando todos los de ahora seamos ya calvos.
Hace unos años, en mi retiro veraniego y de playa, leía el libro de la colección “La Tauromaquia” recién publicado por Espasa Calpe, “Lances que cambiaron la Fiesta” de Santi Ortiz, y me alegré al comprobar como ya, en los libros de historia de la tauromaquia estaban poniendo a Manuel Benítez “El Cordobés” en el sitio que le corresponde aunque Córdoba no quisiera enterarse. En el citado libro, Santi Ortiz dedica gran parte del último capítulo al ciclón de Palma del Río. Este libro está escrito de una manera ingenua y pedagógica. El planteamiento literario es el de navegar desde los orígenes de la tauromaquia hasta nuestros días, a través de la castiza e interesante conversación de dos viejos aficionados: el sastre Jacinto Rabanales y un catedrático de literatura jubilado, Juan Barrera. Ambos recorren con su conversación la historia de la Fiesta, recreándose en aquellos toreros que fueron un hito histórico en el toreo. Reproduzco aquí un pequeño párrafo a modo de botón de muestra, que resulta de lo más ilustrador:
RABANALES.-- Hombre... Es que creo que ya va siendo hora de situarnos en el tiempo del último torero de época. En el del último Califa del toreo...
JUAN.-- Pues en Córdoba hay quien le niega el título...
RABANALES.-- Papanatas hay en todos sitios.
JUAN.-- Papanatas, no... se lo niegan porque nació en Palma del Río, y, según dicen, para aspirar al califato hay que ser del mismo Córdoba.
RABANALES.-- Eso son pamplinas. Para ser Califa lo que hay que hacer --naciendo en Córdoba o en su provincia-- es mandar en el toreo como Lagartijo, Guerrita y Manolete, o como llegó a hacerlo este Cordobés. Además, a los detractores que se lo niegan se les ve el plumero.
JUAN.-- ¿Por qué lo dice?
RABANALES.-- Porque son los mismos que querían otorgarle el titulo a Finito, que siendo buen torero, no tiene fuelle ni para ser emir, y además... ¡nació en Sabadell!
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La conversación sigue y Rabanales y Juan ponen a Manuel Benítez “El Cordobés” en su sitio dentro de la historia de la Tauromaquia, junto a Juan Belmonte, Manolete y Guerra, porque con su estilo heterodoxo genial que rompe con lo establecido arrolló a todos los de su época: a Antonio Ordoñez, Bienvenida, Diego Puerta, Curro Romero, El Viti, Paco Camino, etc... Pudo con todos. Con una extraordinaria personalidad y un valor espartano. Llenó las Plazas, mandó en la Fiesta y además creo escuela. Si Belmonte, por lo que fuera cambió el destino de la fiesta arrimándose al toro, “Benítez” se arrimó a los toros hasta darle con los muslos en los cuernos, llevándolos muy bien toreados y ligando series magníficas con esa muñeca prodigiosa con que Dios le premio. No olvidemos todos una cosa muy importante: nosotros los aficionados podíamos negarle ahora a este hombre algo que es suyo por derecho propio, pero en su época, siempre obtuvo el respeto, el reconocimiento y admiración de los toreros, que son los que de verdad aprecian en toda su dimensión todo lo que hacia aquel ciclón con flequillo, que logró ilusionar a todo un país que vivía sumido en la tristeza de una dictadura. Córdoba tenía una deuda pendiente con “el Benítez”: reconocerle sin titubeos que es el V Califa del toreo, junto a Lagartijo, El Guerra, Machaquito y Manolete. No lo duden, porque lo que él hizo, hecho está y no lo cambian opiniones de nadie. El tiempo me dio la razón.