A mediados de 2012 se anunciaba que doce empresas españolas habían vencido a Francia en el concurso por uno de los mayores proyectos de obras públicas de los últimos años: la construcción del ferrocarril de alta velocidad en los 444 kilómetros que hay entre Medina y La Meca, las dos primeras ciudades santas del islam.
Durante seis años de negociaciones previas, desde 2006, hubo comisiones, ofertas de apoyos políticos y militares, buenos planes y precios y, algo fundamental, las buenas relaciones personales entre los reyes de los países implicados.
Francia es una nación más unida, poderosa e influyente que España, y el entonces presidente Nicolas Sarkozy peleó por lograr ese contrato de 6.700 millones de euros, que era un gran escaparate para nuevos proyectos en Rusia, Brasil o EE.UU.
Miles de puestos de trabajo, vanguardia de la alta tecnología. Junto con las monarquías, facilitó el negocio la princesa germanodanesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, “amiga entrañable” entonces de don Juan Carlos, según decía ella.
Bellísima, aún hoy a sus 54 años, los dirigentes del mundo entero le facilitan su trabajo como discreta mediadora de grandes empresas y fundaciones, como la Laureus, para la que le ofreció un trabajo honorable a Urdangarin, que lo rechazó.
El viaje a Botswana en el que el Rey se rompió la cadera fue organizado para festejar el contrato por Mohamed Eyad Kayali, intermediario árabe con Corinna, la que viajó además con su primer exmarido, Philip Adkins, y con el hijo que tuvo con su segundo exmarido, el príncipe Zu Sayn-Wittgenstein.
Relaciones personales, un elefante muerto en una de las pocas áreas africanas donde controlan su superabundancia con la caza, una cadera rota, la petición real de perdón, miles de puestos de trabajo que han facilitado crear muchos más. Juzgue usted.
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SALAS
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OTRAS COSAS. La primera fotografía es la de la Plaza Mayor de Vic durante una visita de Franco entre el entusiasmo popular. La segunda dicen que es por los políticos presos, pero a la vista de la anterior es la expresión de dolor y el homenaje al Generalísimo muerto. Los nacionalismos son muy sentimentales.