Este año volvimos a visitar las colonias de cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) en las que llevamos trabajando desde hace más de 20 años. El resultado de los censos vuelve a confirmar que esta especie el número de parejas sigue bajando y algunas de las colonias que hace menos de una década tenían más de 30 parejas reproductoras, ahora no llega a 10.
Una de los cambios que hemos notado en los últimos años es el cambio de ubicación de los nidos. Cuando se estableció por primera vez la colonia en la que más esfuerzo hemos realizado, la mayoría de los nidos se ubicaban en zonas relativamente accesibles, lo que nos permitió marcar un gran número de pollos y adultos, que nos proporcionaron una valiosa información acerca de sus movimientos y su dinámica poblacional.
Desde hace unos años, las parejas que quedan se trasladaron a zonas de acantilado, más escarpadas y a las que no podíamos llegar. Este cambio de comportamiento pudo deberse al acceso de depredadores terrestres a la colonia, como los visones americanos, que hizo que buscaran sitios más seguros e inaccesibles para ellos, algo que también ocurrió en las colonias de las Illas Cíes (Barros et al., 2016).
Pero si hay una causa que está causando una mortalidad continuada y desgraciadamente cada vez más acusada entre la población de esta especie, es la captura accidental en aparejos de pesca. Como nos ocurre en cada visita, este año volvimos a ver barcos faenando a escasos metros de las colonias, largando trasmallos en los que como ya hemos confirmado (Álvarez, 2015) y denunciado en innumerables ocasiones, causa la muerte de decenas de animales, sobre todo juveniles, todos los años.
Pero una amenaza más de estos aparejos, fabricados con nylon, es que cuando se pierden o se rompen los cabos que los unen a las boyas, no desaparecen, sino que siguen pescando como aparejos fantasmas, capturando peces, crustáceos y aves marinas.
Pollo de alcatraz enredado en un aparejo en su propio nido. Sam Hobson
Y por si fuera poco, los restos de palangres, redes y cabos son recogidos por las aves como un material de construcción más para sus nidos. Y allí se quedarán mientras los pollos crecen y los adultos llegan cada poco para llevarles comida. En estos casos es solo cuestión de suerte que no se enreden y acaben muriendo al no poder liberarse de esos restos de aparejos. Todos los años, miles de aves marinas mueren por esta causa, siendo especialmente grave en algunas colonias de aves marinas del norte de Europa.
Referencias- Álvarez D (2015) Análisis de la mortalidad de las poblaciones de cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) en artes de pesca en la Demarcación Marina Noratlántica. Aplicación 23.06.456D.640. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA).- Barros A, Romero R, Munilla I, Pérez C & Velando A (2016) Behavioural plasticity in nest-site selection of a colonial seabird in response to an invasive carnivore. Biological Invasions 18(11) DOI: 10.1007/s10530-016-1205-3