Son muchas las historias en las que alguna parte del cielo es objeto de trueque en un esperanzado corazón enamorado.
Planetas, lunas, estrellas… son profanadas en boca de cualquier ser terrenal como muestra del mayor amor que han vivido en sus vidas.
Los humanos no son conscientes de que sólo los dioses pueden tocar las estrellas y someterlas a su voluntad.
Un ejemplo es el de Baco, quien, mientras iba desperdigando simientes de vid por aquellas tierras que quería, quedó fascinado con la belleza de la princesa Ariadna.
Beodo o no, Baco subió en su carro de panteras a la princesa, no sin antes despojarla de la corona que ella portaba.
Esa corona tocada por un dios la podemos ver hoy en día si alzamos la vista al cielo. Es la constelación Corona Borealis.
El viñedo de Clos de Montmartre es el más antiguo de París con sus más de 1760 viñas. Parece ser que la primera de sus cepas la colocó la abadesa de Montmartre, Adélaïde de Savoie. Los beneficios anuales de unas dos mil botellas son, actualmente, donados a los más desfavorecidos.