Texto de Victor Espiga
https://lletresigargots.wordpress.com/2020/03/13/coronavirus-2/Había una vez, en un país muy muy cercano, un virus al que se le conocía con el nombre de Coronavirus. Este virus, como todo aquel que se pone una corona en el nombre o en la cabeza, deseaba conquistar el mundo y, como no tenía piernas, solo podía avanzar saltando de persona en persona.
Llegaron al país los hombres y las mujeres más fuertes del mundo (o, mejor dicho, las mujeres y los hombres que se creían los más fuertes del mundo), pero ninguno de ellos fue capaz de vencer al virus, ya que este era tan pequeño que siempre sabía cómo esquivar los golpes.
-¿Si es tan pequeño, cómo lo podremos ganar?-se preguntaba la gente.
-¡Muy fácil! -dijo un niño que pasaba por allí (un niño que es todos los niños y que en este cuento simboliza el sentido común, una característica humana que a menudo vamos perdiendo al hacernos mayores, igual que pasa con la capacidad de ver el elefante dentro de la boa en El Principito)-. Si no tiene piernas, nosotros somos sus piernas. Entonces, si nos quedamos todo el tiempo posible en casa, no podrá seguir avanzando y lo ganaremos sin luchar, que es como se ganan las luchas más importantes de la vida -añadió el pequeño que dejó boquiabierto a todo el mundo.
Y así fue como todos los niños se quedaron dos semanas en casa, y como los adultos aprendimos un poco del sentido común de los más pequeños. Así fue como todos pudieron volver a leer El Principito, y entenderlo por fin. Y así fue como comprendimos que las victorias más importantes se ganan con armas que son invisibles a los ojos.
Ilustración: Giroillustrator https://www.artstation.com/giroillustrator
Traducción: Berta Rubio Faus http://www.labertadelpoblet.cat/
Narración: Carmen González