Desde que se supo por primera vez de la existencia del COVID-19, más conocido por todos como Coronavirus, las falsas teorías conspirativas y los dudosos profetas del fin de la humanidad se han hecho hueco entre la actualidad, contaminando ciertos medios de desinformación. Además, la continua exposición de este desconocido virus en los medios de comunicación nacionales e internacionales han alimentado el miedo a la gente a consta de altos niveles de audiencia.
Cierto es, que al no conocerse con exactitud como actua este patógeno, junto a su rápida expansión por un mundo cada vez más globalizado y la constante incertidumbre a lo desconocido y a sus consecuencias, están alertando, con o sin razón, a la gente de gran parte del planeta.
Por el momento, y según cifras oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los afectados rondan alrededor de las 80000 personas, ascendiendo la cifra de muertos a casi 2700.
Pero no olvidemos que en el mundo, entre 2018 y 2019, la gripe mató aproximadamente 600000 personas, y en España, en las dos últimas campañas de la gripe (2017-2019), han fallecido unas 21000 personas.
En África, sin ir más lejos, y concretamente en el Congo, en 2019 murieron sobre las 3000 personas de sarampión y más de 2000 por Ébola; aunque claro, al no mediatizarse, no han causado ninguna repercusión mediática como lo está haciendo el Coronavirus.
Sin embargo, es ahora, con esta problemática causada por un virus que no se sabe exactamente de donde ha salido, y que afecta en gran medida a personas de países del primer mundo, cuando están surgiendo intereses oscuros que buscan su propio interés, aprovechándose del miedo y la ignorancia de mucha gente. Es aquí cuando surgen los mercaderes de miseria y los especuladores del miedo, tratantes sin escrúpulos que inflan los precios de cualquier producto demandado (mascarillas y geles desinfectantes principalmente), así como se inventan otros ineficazmente «aconsejables». Una jugada tan mezquina como sus codiciosas almas.
También, debe sumarse a esto, algunos gestos de políticos y empresarios importantes, que utilizan el miedo para cubrirse las espaldas y sacar algún tipo de rédito político, fomentando el odio y la discrepancia entre las personas.
Pase lo que pase, y esperando que esto no vaya a más, quiza, algún día podamos conocer toda la verdad. Mientras tanto, y muy a mi pesar, esto lo acabaremos pagando de una manera u otra los de siempre. La gente de a pie y trabajadora que luchamos a diario para sacar adelante nuestras vidas y poder soñar un poquito; tanto como nos dejen «los de arriba». Pues al fin y al cabo, la desigualdad, sino al principio, también se acabará notando en esta crisis actual del Coronavirus.
Pero bueno, que sabré yo, si esta es tan solo la opinión de alguien que, aunque se lo propusiera, jamás podría salvar a la humanidad.