Revista Educación

Coronavirus Feat. Kiko Rivera

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Coronavirus Feat. Kiko Rivera

Teatros, gimnasios y centros deportivos estarán vacíos para evitar que nos contagiemos, el bar sin sitio para una terraza podrá echar el cierre, ahogado en impuestos, deuda y pérdidas, pero un centro comercial en Marbella es noticia por las montoneras de gente arremolinada para ver a Kiko Rivera (artista antes conocido como Paquirrín) haciendo el tonto disfrazado de Rey Mago, acompañado de un tal Omar Montes, famoso porque salió con la hermana del anterior, y de un tal Luis Rollán, de quien sabemos que fue íntimo de Isabel Pantoja, que es la persona que ha dado caché a los tres. Ah, y por Estefanía, cuyo principal mérito es haber puesto los cuernos a su pareja en prime time. Ese es el nivel en España. Por estos lares nos gusta tanto la telebasura que hemos consentido que contribuya al adormecimiento de varias generaciones.

Hace demasiado tiempo que resulta cómodo manipular las pasiones de un país que tiene el retrete en el salón. Ya todo es Sálvame. Hasta las tertulias de fútbol participan de un formato a base de charlatanes que exprimen durante horas un chisme, fieles a un guion de baja calidad. El único género posible es la opinión a gritos, y la política, claro, está infectada de lo mismo. Acabáramos. ¿Que al pueblo le chifla el vodevil procaz? Generemos abundante material en debates estériles entre opinadores a sueldo de un partido u otro, que no mueven un dedo su posición inicial, mientras desde el escaño nos insultamos a placer. Politicemos todo.

El último serial es la vacunación ¿masiva? frente a la COVID-19, iniciada en el ocaso del vil 2020. A la caja inaugural de marras, envuelta en coquetonas pegatinas del Gobierno de la Nación, le han seguido más de 750.000 unidades, de las que se ha administrado un pobretón 18 por ciento, unas 90.000 dosis. Primero los centros de mayores, población de riesgo, sector sanitario y cuerpos de seguridad, y ya luego permitimos su acceso al contribuyente raso. Y eso que llevaban meses preparándose para afrontar el fin del coronavirus...

Israel lleva más de un millón de dosis (país pequeño, dirán algunos). Es que el Reino Unido también supera esa cifra (empezaron antes, añadirán otros). Nadie se ve culpable de tanta ineficiencia. Es que no hay sanitarios suficientes, alega la presidenta de la Comunidad de Madrid, quien quiere tapar que solo ha administrado unas vergonzosas 5.000 vacunas, afeando al PSOE la precampaña de Illa para la Generalitat sin abandonar el Ministerio que ha de coordinar el suministro del santo remedio, un gesto que hasta sus socios de Podemos ven mal. Ayuso (PP) se plantea recurrir a la sanidad privada y olé. Espere... ¿Este servicio no era competencia autonómica desde hace más de décadas? Porque usted acaba de inaugurar un hospital supuestamente especializado en pandemias... Pero es que Cataluña y País Vasco, con gobiernos nacionalistas, no están mejor. Independencia. Y así todo. ¿Hablamos de Canarias?

Hablemos de Canarias, sí, de sus 270.000 desempleados y 80.000 trabajadores en ERTE, del 62 por ciento de paro juvenil, del 90 por ciento que ha caído el turismo, de esas 12 empresas que han cerrado cada día desde marzo, de cómo uno de cada tres canarios vive bajo el umbral de la pobreza. Con la población endeudada y el sector servicios en quiebra, difícil veo sostener el consumo y la tributación este año y los venideros, de modo que nos esperan las ayudas sociales, el banco de alimentos, la paguita y el desahucio. Condenados a la sumisión.

¿De dónde salen entonces las manadas de gente abarrotando grandes superficies y calles como cualquier Navidad pretérita? ¿A qué viene tanta fiesta de fin de año ilegal? ¿Tanta mesa reservada el Día de Reyes? Manipulados y ocupados en la Pantoja, en los polvos de la otra y en lo contentos que estamos porque las redes arden con la supuesta ilegalidad destapada a nuestro partido enemigo, la España real se desangra y se contagia. Del confinamiento saldremos más fuertes, decían. Sí, nuestras fortalezas como sociedad, que parecen ser la ineptitud, la insolidaridad y el comportamiento incívico, cotizan al alza. Y sin Carnaval.


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