Despues de varios días de intenso trabajo y de mucho café, acabo de terminar las correcciones. Acabo de enviárselas a la editorial, junto con un par de sugerencias que ya os comentaré más adelante. ¡Son las 5 de la madrugada, y estoy que me caigo de sueño!
Es evidente que ya había corregido el libro en varias ocasiones anteriormente, razón por la que había algunos pasajes que casi me sé de memoria. Por fortuna, no he encontrado fallos demasiado alarmantes, así que espero que el libro llegue a las librerías de manera bastante aceptable. No obstante, estoy seguro de que ese gazapo maldito aparecerá, de una manera o de otra, habiendo logrado escapar de una corrección tras otra con la persistencia de un mal sueño.
He de decir que esta ha sido la última vez que leo la novela integramente antes de verla publicada. Lo que al principio parecía una labor tediosa, con el paso de las horas se ha convertido en una auténtica delicia, permitiendome rememorar pasajes del libro que me emocionaron profundamente en el momento de escribirlos, y que en esta nueva lectura han vuelto a hacerme sentir cosillas... Ojala consiga que alguno de mis lectores experimente algo parecido a lo que yo he sentido.
Y ahora, para celebrar que el libro ya está en el horno, me permito la licencia de colgar las fotografías de dos lugares de Granada que tienen una gran importancia en esta novela. Uno es el Paseo de los Tristes, y el otro la Plaza de Santa Ana.