Me encanta escribir entradas como la que vais a leer ahora mismo. Me hacen sentirme útil y necesario, aunque mi contenido no se convierta en viral. Obviamente, también me apena, ya que no es plato de buen gusto lo que le ha pasado a un corrector amigo mío que, desesperado, me pidió si podría escribir algo al respecto y tratar de propagarlo por los medios sociales.
Es una historia corriente, habitual, de gente que no cumple con su obligación de pagar a quien ha realizado un trabajo para él. Corriente y habitual, sí, pero no por ello menos inicua y asquerosa.
Me cuenta mi amigo que el 15 de julio de 2016, Francisco Rei, director de Ediciones Polígrafa, se puso en contacto con él para ofrecerle un trabajo: la corrección de un libro colectivo, Componer el plural (aún no ha salido a la venta), de próxima publicación por Ediciones Polígrafa. Tras negociar las tarifas, los plazos y que iba a cobrar en 30 días, el corrector se puso con la tarea, que le llegaba en forma de distintos textos. Una tarea que se prolongó hasta octubre dadas las características de la obra.
Una vez finalizado el trabajo, procedió a la emisión de la factura el 24 de octubre de 2016, por lo que para la misma fecha del mes siguiente debería haber cobrado. Ahí empezaron los problemas. Le llamaron de Ediciones Polígrafa, la contable, y le escribió el propio Francisco Rei, para comentarle que había un problema con la factura justo el día que debía cobrarla. Adujeron que donde se especifica el IRPF la cifra debía ir en negativo, aunque en todas su facturas venía especificado -IRPF, con la cifra en positivo y ningún cliente, jamás, le había dicho nada. Ingenuo de él, pensó que sería una manía de Ediciones Polígrafa a la hora de tramitar las facturas, y procedió a la emisión de una nueva, con fecha de 25 de noviembre de 2016. Lo lógico hubiera sido que hubieran tramitado la factura ese mismo día o al día siguiente para realizar el pago, pero con el paso de los días vio que no le llegaba el ingreso.
Luego pensó que, probablemente, debería esperar al mes siguiente para cobrar, dado que habían acordado un pago a 30 días. Pero llegaron las Navidades y tampoco cobró. Decidió entonces esperar a después de las fiestas, ya que tal vez en Ediciones Polígrafa se habían ido de vacaciones y no habían tramitado el pago de la factura. Pero a mediados de enero, sin haber cobrado, se le hizo evidente que el asunto del problema con la factura en octubre había sido una engañifa orquestada para no pagar, porque probablemente no tenía el dinero para hacerlo o no querían prescindir de su propio dinero para pagar al trabajador.
Con todo, escribió un correo electrónico a Francisco Rei educadamente, preguntándole por la factura y comunicándole que le preocupaba que Ediciones Polígrafa aún no le hubiera abonado el fruto de su trabajo. Y Francisco Rei le contestó que había estado fuera, que iba a mirar las previsiones y que le confirmaba fecha de pago. ¿Has estado fuera? ¿Previsiones? Hacía más de dos meses que el corrector debería haber cobrado una factura de nada más y nada menos que 584 €, que no es moco de pavo. Lo peor fue que pasaron otras dos semanas sin que el impresentable (al menos profesionalmente) de Francisco Rei le dijera nada. Por ello, se dejó de protocolos y en otro correo electrónico le exigió (esas fueron sus palabras) que le pagara, que le daba unos días para hacer el ingreso, y si no, tomaría las medidas necesarias. ¿Qué hizo Francisco Rei? Callar como un bellaco; silencio absoluto. Ni una disculpa, ni una contestación.
La desesperación del corrector, que ya había tenido que pagar el IVA de la factura en enero de su propio bolsillo, le llevó a contactar a través de Twitter con uno de los escritores que colaboraban en el libro, el filósofo Santiago Alba Rico, miembro de Podemos y conocido ensayista y guionista de La Bola de Cristal. Ante la denuncia, Santiago Alba Rico le escribió un mensaje privado en el que le confesaba que no conocía a Francisco Rei y se solidarizaba con él. Realmente, él poco más podía hacer... salvo ponerse en contacto con Francisco Rei y pedirle explicaciones, cosa posible, pero tal vez fuera de lugar.
Y lo último que ha hecho el corrector ha sido enviar un burofax a Francisco Rei, director de Ediciones Polígrafa, para advertirle de que si no le pagaba la factura (que le adjuntaba) se vería obligado a iniciar los trámites legales para el cobro de la misma. El burofax fue recibido en Ediciones Polígrafa el 27 de enero; el corrector daba diez días laborales para pagar: ayer se cumplió el plazo, y nada... Así que deberá iniciar un proceso monitorio, que lo más lógico es pensar que ganará; eso sí, tal vez pase más de un año desde que le encargaron el trabajo hasta que lo haya cobrado.
Es probable que Ediciones Polígrafa no actúe así con todos sus colaboradores, especialmente con los más veteranos, pero sin duda es un detalle a tener en cuenta si un día te ofrecen un trabajo. Francisco Rei podía haber dicho que pagaba en 90 días, como hacen muchos, pero dijo 30. Si después las cuentas no te salen, prescinde de cosas tuyas (las cañas, el gimnasio, los viajes...) y paga lo que debes. Porque si no, no hay otra manera de definirte que como un auténtico sinvergüenza.
Avisados quedáis, correctores: ¡ojo avizor con Ediciones Polígrafa y Francisco Rei!
Nota: si alguien quiere escribir a Francisco Rei para dedicarle unas palabras, esta es su dirección de correo electrónico: [email protected].