Hay días que uno se levanta con ganas de correr, de correr mucho, sin mirar el reloj, sin tener en cuenta el crono, sin prisas. Escuchando un poco de música, un poco de blues, un poco de Fito… y hacer kilómetros, respirar, avanzar, sentir, disfrutar, y sólo correr.
22 de noviembre de 2014
Hoy ha sido uno de esos días. Me he levantado con ganas de correr, de correr mucho.
La temperatura, ideal, 11 grados, ni frio ni calor para correr. Parece que no acaba de llegar el invierno, casi ni el otoño.
Me he calzado mis huaraches y me he echado a la calle temprano, en silencio, todas mis chicas (la mayor y las pequeñas) aun durmiendo.
Me apetecía campo, no tenía pensando donde ir, tan sólo que fuera lejos. Empecé a correr y mis pies me han encaminado hacía la Laguna del Campillo, 4 km. en línea recta, como calentando.
Cuando vas desde la zona del Bellavista, donde salí, hacia la laguna llegas a la parte de arriba, desde donde se contempla en toda su extensión. Primera parada, primera foto, no llevo cámara solo el móvil y sé que no van a salir grandes fotos, pero me apetece captuar el momento.
Rivas, Laguna del Campillo desde arriba
Bajo la cuesta, ya por camino, y comienzo a bordear la laguna por la parte de la vía, por esa estrecha senda pegada al borde desde donde te sientes parte del entorno.
Llego al otro extremo, al rio Jarama, pero no me apetece seguir dando la vuelta, me apetece ir más lejos.
Rio Jarama al otro lado de la Laguna
Cojo la senda, en dirección contraria, que atraviesa en campo de cultivo recién sembrado. Está marcado como “Camino de Uclés” en dirección al puente del Tren de Arganda (el que pita más que anda).
Campo y cortados de Rivas
Lo cruzo, puede dar un poco de vértigo cruzar por este puente metálico y ver el río debajo de ti desde cierta altura. Sobre todo si alguien viene en dirección contraria con la bici en la mano, el paso es estrecho. Llego al otro lado y en ese momento veo claramente donde quiero ir, a Velilla, por la rivera del Jarama.
Ya he hecho esta ruta alguna vez y está explicada en otra entrada del blog (Correr en Rivas (Capítulo 3): Por larivera del Jarama hasta Velilla).
Llevo unos 7 km. y a Velilla deben faltar otros 7, luego hay que volver. No llevo agua y no he desayunado, pero me apetece, confío en mis fuerzas.
Paso por debajo del puente y cojo la senda que sigue el curso del Jarama, aguas arriba.
Recorrido tranquilo, algún ciclista me cruzo de vez en cuando y, lo peor, algún cazador con la escopeta en la mano.
Sigo inmenso en mis pensamientos y en disfrutar del entorno. En seguida llego al pequeño salto de agua que hay sobre el kilómetro 9. Aquí es obligatorio volver a parar y volver a sacar el móvil para tomar alguna foto que será igual a otras tantas que tengo de otras veces, pero el cuerpo me pide foto.
Rio Jarama, salto de agua
Rio Jarama, salto de agua desde arriba
Sigo el camino, otoñal. Pisando hojas, algunas veces también piedras, menos amables con los pies que las primeras. Entre olmos, chopos, fresnos,… pensamientos, ideas. Los pies no paran pero la mente tampoco.
Camino tunel entre árboles con alfombra de hojas
Kilómetro 12, me meto hacia el Humedal de Miralrio, paso más despacio, observando las aves, algún cormorán se ve y algún naturista con los prismáticos en la mano. Cuanta naturaleza cercana.
Humedal Miralrio en Velilla
Después del humedal enseguida llego a Velilla (de San Antonio) y enfrente veo un parque infantil. Me acerco a ver si hay fuente y beber agua. Fuente hay, agua no. Pregunto a una señora que está en la puerta de un bar si hay alguna otra fuente cerca, y muy amablemente y puesto que es la señora del bar, da de beber al sediento, ¡¡muchas gracias señora!!.
Llevo trece kilómetros y medio. Dudo si acercarme hasta las lagunas de Velilla o dar la vuelta ya. Doy la vuelta ya.
El camino de vuelta es prácticamente el mismo, ahora no me meto por el humedal, sigo recto, con vistas al rio y al fondo los cortados de Rivas, otros días toca correr por allí arriba.
Cortados de Rivas al fondo
Las piernas se me aceleran. No sé por qué, pero a veces te apetece correr más rápido, te apetece volar, empujar el suelo como si cada paso fuera un salto, sin esfuerzo. Sin embargo, otras veces quieres correr y los pies parecen de plomo. Hoy el cuerpo pedía volar y cuando es el cuerpo el que lo pide, no cuesta.
Rio Jarama en otoño
Los kilómetros van pasando, ahora más rápido que en la ida. Me cruzo con más bicis, ya no es tan temprano. Siguen las vistas del rio, los árboles, la mente abstraída volando también, el salto de agua, los pensamientos, los proyectos, las ideas, BB King, Eric Clapton,…
Llego de nuevo al puente, antes del kilómetro 20. Cruzo con mucho cuidado aunque corriendo. Al otro lado un grupo de ciclistas esperan que llegue para poder cruzar ellos. Les llama la atención mis “zapatillas”. No saben las sensaciones que se viven, como se siente la tierra.
Puente del Tren de Arganda
Tras cruzar el puente, ya estoy en territorio cercano, ahora cruzar el sembrado, vuelta a la laguna y subida a Rivas pueblo en busca de otra fuente, sigo a ritmo fuerte.
Tras un trago de agua, sólo quedan los últimos kilómetros hasta el punto de origen y se acabó.
Ha salido una vuelta de 27 km., y entre carrera, paradas y fotos, tres horas de evasión, de diversión, de libertad, de sensaciones.
Mapa de la ruta
La ruta en wikiloc --> aqui.
Hay mañanas que me levanto con ganas de correr por correr. Hay tardes que me pongo a escribir de lo corrido.
Ay señor, jubílame pronto!!