Soy un mendigo del fútbol y voy sombrero en mano suplicando: "una linda jugadita" por los campos sin importarme el equipo que juega decía el escritor Eduardo Galeano. Una forma de vida que compartimos otros muchos aficionados a este lindo deporte. Aficionados que necesitamos del futbolista creativo que se sale del libreto y te mete el gozo en el cuerpo con una genialidad. Juan Carlos Valerón es de ese escaso ramillete que aún reivindica el placer de jugar. El canario posiblemente no sea tan veloz ni tenga tanta fuerza como muchos entrenadores demandan actualmente como si fueran la velocidad y la potencia sinónimos de fútbol. Valerón es otra cosa. Se sale de los márgenes, no es explosivo ni raudo, pero atesora tanta osadía y fantasía como pocos. Da igual la edad, no hay jugadores viejos o jóvenes, hay jugadores malos o buenos, decía Santiago Bernabéu. El mediapunta deportivista es magia, un libro abierto de lo que es el fútbol auténtico. Quizás le haya perjudicado su cara de buena gente, su inseparable sonrisa o su nacionalidad, no lo sé. Muchos dicen que no ha jugado en un gran club. Mentira despiadada. Valerón junto a otros ilustres del equipo gallego como Mauro Silva, Fran, Donato, Tristán crearon fantasías al mundo entero e hicieron grande al Deportivo de la Coruña. El descenso del equipo coruñés me trae al recuerdo pases imposibles como en el Olímpico de Múnich a Makaay o a Diego Tristán ante el Manchester United, goles que aún tengo en la retina como el de Highbury ante el Arsenal de Henry, millones de recuerdos imborrables: tacones y regates prodigiosos, el Centenariazo o su fantástico Mundial de Corea y Japón. Y es que mi mejor amigo en la infancia era del Depor, del SuperDepor, de padre haitiano y mulato le entusiasmaban los brasileños. Tan poca cosa los humanos, que al final somos de los que nos parecemos. Y puede que por eso a mí me queden tantas imágenes en la memoria de su equipo.No creo que sea al único. Mi generación, la que por fin ha decidido salir a la calle a reclamar lo que es suyo, ha inhalado mucho deportivismo. Han sido 20 años en Primera. Los mismos que tiene un servidor, y no se nos olvidarán jamás. Disfruté mucho de pequeño con Valerón y todavía hoy era de los pocos que hacía que volviera a ser ese niño travieso que comía bollicaos a escondidas. Siempre lo guardaremos en nuestra memoria como un tesoro, porque si eres del fútbol, tienes que ser de Valerón. Se merecía un pequeño tributo por tantos homenajes al fútbol que nos ha brindado. Puede que el Flaco no aparezca entre los mejores de este tiempo en los libros de historia, pero sea en Primera o en Segunda, Juan Carlos Valerón nos pertenece a cada uno de nosotros. Tras el término del encuentro, la afición del Deportivo no recriminó nada, no se fue nadie de Riazor, han sido muchos años de disfrute, ojalá sea sólo un año en el infierno. Valerón lo ha prometido: "Vamos a devolver al equipo donde se merece" Palabra del Flaco de todos.