Se atribuye a R.Tagore aquél proverbio oriental que dice que "cuando el dedo del sabio señala la luna, el imbécil se queda mirando el dedo". En la versión que yo conocía en vez de imbécil se menciona al "necio". Pero tanto da. El otro día, aprovechando que están todos los políticos en estado de máxima excitación, comparé lo que nos venden con lo que nos quieren vender y no deberían. Es decir, las técnicas de marketing dictan que hay que conectar con las necesidades más profundas del consumidor y ofrecerle aquello a lo que aspira aunque estés vendiendo sombreros de papel. Vamos que te ofrecen motivos para creer, felicidad, confianza y todo tipo de cosas que no pueden darte. Y en eso son todos iguales, no vacilan a la hora de elegir los lemas más sublimes sin rubor.Faltó tiempo para que alguno (el clásico necio correveidile que no se entera de nada) interpretara que estaba comparando a todos los políticos y diciendo que son todos iguales. Bueno, desde cierto punto de vista lo son, pero luego cada uno es cada uno. Los hay honestos y menos honestos, están los que parecen continuamente cabreados y sin el más mínimo atisbo de autocrítica y los que son más moderados en el trato a los contrarios. Los que hacen y los que sólo repiten lo que harían y prometen ponerte un piso en la playa si ganan. En fin, que el panorama es variado y hay que ser inteligentes y con sentido común para mirar más allá de las soflamas y grandes discursos. Qué han hecho, qué dicen que van a hacer, cómo se comportan cuando creen que no peligra su puesto, etc. No es tan complicado si tenemos memoria y un hemeroteca al alcance.De momento hay liberticidas que me dan mucho miedo, a ver si se dan cuenta de quiénes hablo.
Nota: No sé quién fue el necio correveidile, ni me importa, bastante desgracia tiene encima.