El otro día, aprovechando que están todos los políticos en estado de máxima excitación, comparé lo que nos venden con lo que nos quieren vender y no deberían. Es decir, las técnicas de marketing dictan que hay que conectar con las necesidades más profundas del consumidor y ofrecerle aquello a lo que aspira aunque estés vendiendo sombreros de papel. Vamos que te ofrecen motivos para creer, felicidad, confianza y todo tipo de cosas que no pueden darte. Y en eso son todos iguales, no vacilan a la hora de elegir los lemas más sublimes sin rubor.Faltó tiempo para que alguno (el clásico necio correveidile que no se entera de nada) interpretara que estaba comparando a todos los políticos y diciendo que son todos iguales. Bueno, desde cierto punto de vista lo son, pero luego cada uno es cada uno. Los hay honestos y menos honestos, están los que parecen continuamente cabreados y sin el más mínimo atisbo de autocrítica y los que son más moderados en el trato a los contrarios. Los que hacen y los que sólo repiten lo que harían y prometen ponerte un piso en la playa si ganan. En fin, que el panorama es variado y hay que ser inteligentes y con sentido común para mirar más allá de las soflamas y grandes discursos. Qué han hecho, qué dicen que van a hacer, cómo se comportan cuando creen que no peligra su puesto, etc. No es tan complicado si tenemos memoria y un hemeroteca al alcance.De momento hay liberticidas que me dan mucho miedo, a ver si se dan cuenta de quiénes hablo.Nota: No sé quién fue el necio correveidile, ni me importa, bastante desgracia tiene encima.
