Importantes empresarios, inversores financieros o industriales, los creadores de trabajo y riqueza, han sugerido ya que huirán de una España con un partido socialista que gobierne coaligado con el populismo venezolano de Podemos o bajo separatismos influyentes.
Pese a la advertencia, casi la mitad de los electores le han permitido a Pedro Sánchez intentar gobernar aliado con ideologías como la chavista de Podemos de las que huirán los capitales, la creación de riqueza y el crédito será inalcanzable.
Esos electores ya olvidaron que apenas ayer, en 2012, el Fondo Monetario Internacional (FMI) certificó que España había sufrido la mayor caída del crecimiento del mundo occidental, del 2,6 por ciento del PIB, tras lo cual su sector financiero tuvo que ser rescatado por los organismos europeos para no caer en la bancarrota y, con él, todo el país.
Se había llegado a esta situación por la crisis financiera internacional, pero sobre todo por el gasto alocado de los gobiernos superprogresís de Zapatero.
Bajo la influencia la torpe demagogia zapaterista el desempleo pasó del 8,26 por ciento en 2007 al 22,86 al empezar 2012: tres millones de parados más.
Un aumento que siguió por inercia en 2013 y medio 2014. Luego, comenzó a invertirse la tendencia de manera que en 2015 el crecimiento del PIB ya fue del 3,2 por ciento y el paro se redujo en 678.200 personas.
El FMI y numerosas autoridades internacionales habían comenzado a felicitar en 2012 al gobierno de Rajoy por sus reformas, que lograron el cambio de tendencia; pero, ay, la corrupción puede destruirlo todo.
Porque el mismo Partido Popular que sacó del pozo al país es el que con esa enorme corrupción ha logrado que media España vote indignada a quienes pueden despedazarla arrojándola definitivamente al abismo.
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SALAS