Revista Opinión

Corrupción en el ejército. La Justicia Militar

Publicado el 18 octubre 2014 por Rgalmazan @RGAlmazan

Uno de los estamentos que forman parte del Estado y que es de los que menos se habla es el Ejército. Decimos con razón que falta transparencia en general, pero poco se denuncia la absoluta falta de transparencia que existe en el ejército, uno de esos tótems que parecen intocables, de los que poco se sabe y a los que no se puede criticar.

Un teniente, Luis Gonzalo Segura, ha escrito un libro: Un paso al frente, en el que denuncia irregularidades y presuntos delitos. Un libro recomendable que nos aproxima a lo que es el ejército español del siglo XXI. Heredero de muchos de los defectos de aquel ejército de hace cincuenta años.

Un paso al frente 1

Cuando encontró irregularidades, el teniente Segura informó a sus superiores, que no sólo no le hicieron caso sino que trataron de callarle. En diciembre de 2012 puso una denuncia por irregularidades en la compra y contratos de mantenimiento de equipos informáticos. El tribunal militar archiva el caso, pues a pesar de las múltiples pruebas que les presenta el teniente Segura, dice que la denuncia se basa en suspicacias y conjeturas.

El ejemplo es claro y está absolutamente probado: en el cuartel general del ejército de tierra en Madrid se está pagando por el mantenimiento de 5000 puntos de conexión cuando en realidad hay 189. En Valencia donde se paga por el mantenimiento de 1000 nodos (puntos de conexión) no hay ni uno. Todo ello provoca pagos astronómicos que no deberían producirse.

A lo anterior hay que añadir que se trocean presupuestos en partidas inferiores a 18000 euros para poder asignar contratos a dedo y evitar así que salgan a concurso público, pudiendo adjudicarlos a su conveniencia.

Todo ello le lleva a ser arrestado durante dos meses, en los que como protesta el teniente Segura mantiene una huelga de hambre durante 21 días, sin que nadie decida investigar y ratificar las pruebas contundentes presentadas.

Últimamente se han conocido conversaciones entre el teniente y su general, quien tratando de frenarle y de callarle la boca, entre otras lindezas le dice:

“No te empeñes en sanear una empresa cuando todo está podrido”

"Hay que darle el margen al jefe de equivocarse y obedecer aunque esté equivocado, ¿me explico? Esa es la disciplina militar"

Las órdenes de las compras y el acuerdo de los contratos son responsabilidad del general correspondiente que consiente estas prácticas presuntamente delictivas, sin el menor rubor, y que en vez de cambiar de actitud trata de que este militar recto y honesto no le ponga problemas para seguir procediendo de la misma manera.

Todo esto, ha comentado el teniente Segura, ha sido puesto en conocimiento del parlamento, donde PP y PSOE ni tan siquiera le han contestado, a pesar de que actuar así está costando decenas de miles de euros, en estos tiempos de crisis, donde los recortes son el pan nuestro de cada día.

Habría que hacerse algunas preguntas, por ejemplo:

¿Por qué el ministro y los máximos responsables se niegan a hacer una auditoría ante estas acusaciones documentadas?

¿Por qué ningún ministro de defensa durante los últimos treinta años ha sido capaz de cambiar viejos hábitos franquistas que conllevan actuaciones opacas e irregulares?

¿Acaso ninguno se ha dado cuenta de estas prácticas o es que se está pagando la aparente democratización del ejército con corruptelas y prácticas presuntamente delictivas?

Salvo el teniente y algún otro héroe dentro del ejército y grupos minoritarios en el parlamento, como Izquierda Unida y UPyD, nadie está intentando cambiar estos hábitos espurios. Y es que, la opacidad es algo consustancial al ejército y si a ello unimos la obediencia debido, sin excepciones, llegamos a una situación como la actual.

Es inconcebible para el ejército que un simple teniente, un tenientillo, critique a un general y más si se trata de demostrar que éste tiene intereses deleznables. Hay que obedecer, la disciplina militar por encima de la razón, de la verdad y de la decencia.

El teniente Segura está actuando como un héroe y, ojalá me equivoque, se está jugando el puesto –ya tiene dos apercibimientos graves--, cuando debería ser condecorado por razones éticas y económicas (el ahorro que puede suponer, un comportamiento adecuado, es cuantioso).

Tremenda la opacidad y las presuntas corruptelas de algunos responsables del ejército, pero más grave es el hecho de que los dos partidos importantes callen y otorguen, y de que no haya forma de que estos casos se puedan denunciar por cauces normales. Y aquí entra la parcialidad absoluta de la justicia militar.

Como dice un viejo eslogan anarquista: la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música. No es posible ser justos cuando se es juez y parte, cuando se antepone el corporativismo y la disciplina o la obediencia debida a la verdad. Salvo en caso de guerra –que no es el caso—, no tiene sentido la justicia militar —donde los derechos elementales están sometidos a normas militares--. Un militar, al igual que ocurre con cualquier ciudadano, debe tener la posibilidad de denunciar y de ser juzgado por un tribunal civil que no conculque sus derechos. La justicia militar debería desaparecer y eso haría del ejército un estamento menos opaco y más justo.

Quiero desde aquí dar las gracias al teniente Segura cuya valentía es ejemplar. Hoy le llueven los insultos, se encuentra vilipendiado, castigado y presionado para que se someta al código vergonzoso que hoy impera. Traidor, rojo y otros epítetos memorables no hacen que este oficial cese en su lucha por un ejército íntegro y decente. Todos mis respetos por su labor y ojalá que cada vez haya más “Seguras” que sepan dar un paso al frente y hagan, de verdad, del ejército un estamento limpio y democrático.

Salud y República

P.D. En Valencia el próximo lunes 20, presentación del libro


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