Después de seis meses de Podemos y sus aliados a la cabeza de muchos ayuntamientos debemos preguntarnos: ¿Qué es peor, un corrupto que crea riqueza o los incompetentes aparentemente honrados que la obstaculizan?
Porque los podemitas alcanzaron el poder, básicamente, acusando de corruptos a quienes gobernaban, pero ahora demuestran tanta incompetencia que hacen más daño que quienes cobraban comisiones ilegales del tres por ciento.
En realidad, el incompetente que se presenta como honrado es otro corrupto. Su actuación daña más a la iniciativa y al fomento del trabajo que quienes ayudan a crear riqueza para cobrar su porcentaje.
Por la incompetencia podemita en Madrid, por ejemplo, están yéndose por el desagüe casi 15.000 millones de euros de inversiones y más de cien mil puestos de trabajo, aprobados antes por el PP y bendecidos por el PSOE.
Los “viejos partidos”, que dice Podemos con el desprecio fascista y comunista a las democracias parlamentarias, no son corruptos: tienen comisionistas que realmente sólo enriquecen a unos cuantos como ellos.
Pero si son capaces de crear 100.000 puestos de trabajo llevándose el tradicional tres por ciento de los inversionistas–en Madrid son tres enormes complejos privados, inmobiliarios, comerciales y de ocio--, generan una riqueza que representa a 103.000 trabajadores; aunque el valor de la producción de 3.000 quede para ellos.
Otra cosa son las obras y los servicios públicos: ese es un crimen mayor que debe penarse sin piedad alguna.
Ahora, si los podemitas se vuelven milagrosamente competentes, créalo, se deberá al tres por ciento, como ocurrió con tantos políticos honrados de los “viejos partidos” convertidos en comisionistas.
Aunque cada día es más difícil ser corrupto: desde hace unos meses nuevas leyes castigan duramente este delito y han vuelto peligrosísima la compraventa de voluntades.
Pronto, los únicos corruptos serán los incompetentes.
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SALAS