Que España haya caído a su peor registro en la clasificación mundial de “percepción de la corrupción”, según Transparencia Internacional, mayor que Bután, Emiratos Árabes, Bahamas o Uruguay, sólo señala que este país sigue siendo católico.
Recuérdese que es “la precepción” de los españoles de sí mismos como pecadores, no un dato objetivo sobre corruptos.
Cualquiera que conozca el mundo sabe que España no es más corrupta que sus vecinos europeos, aunque tengamos bastantes famosísimos.
Miremos a las perennes mafias italianas y francesas, sus políticos, jueces y policías cómplices, o a los casos de Suiza o la City londinense; en España no existe corrupción institucional, aunque abundan incompetentes y vagos.
En Alemania el aeropuerto de Berlín-Brandeburgo, presupuestado en 2.830 millones de euros para inaugurarse en 2011, acaba de abrir tras costar 12.000 millones más.
En Europa hay numerosos casos similares, pero son flor de un día en las noticias, por lo que la “percepción de la corrupción” de sus ciudadanos es mínima. Y la democracia más antigua del mundo, la estadounidense, está preñada de millones de corrupciones, se sabe, pero para sus ciudadanos sigue diciendo que su "percepción" es de limpieza total.
La corrupción española es individual, no organizada, pero los encuestados “perciben” y denuncian las corrupciones ajenas –las propias no-- porque conservan la idea católica de que debe castigarse el pecado con la confesión y la penitencia, seguidas de autos de fe.
Los países protestantes no son mucho más virtuosos: sus corruptos sólo se confiesan directamente con Dios.
En España los medios informativos son la Santa Inquisición posmoderna, perros de presa que devoran cada día desde hace diez años unos cuantos casos, como a Bárcenas, y la gente sigue obsesionada con ese inacabable auto de fe-culebrón.
Torquemada vive, sobre todo en La Sexta, que le declara al TI que estamos en pecado mortal, mientras fuera muchos más funcionarios, políticos, jueces y policías se venden, y su ciudadanía sigue “percibiéndolos” honrados.
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SALAS